domingo, diciembre 27, 2009

Di mi nombre...

Di mi nombre, tan sólo di mi nombre como en un susurro que monta a lomos de un caballo hecho de viento; di mi nombre y tal vez mis secretos dejen de ser secretos, grita mi nombre, aúlla a la luna, llámame; y quizás deje de ser tan oscuro, y quizás deje de negar todo lo que soy, y quizás me puedas querer. Di mi nombre pequeño mar…que llega la hora bruja y vuelvo a la cama, piensa… piensa en alguien y que ese alguien sea yo y resuenen mis letras en tu boca; di mi nombre, como dulce poema, como verso en boca del viejo Márquez, y tal vez, mi cristal sea menos oscuro, y tal vez, cuando pases frente a mi ventana no sea sólo por un segundo, quizás si piensas un poco en mí se convierta en un mundo, en una vida, en la eternidad a tu lado, en un pequeño mar… en una pequeña Carola… pequeña y dulce…

Di mi nombre y seré feliz, dilo y entonces yo te haré feliz a ti, por el resto de tus días, despertaré un día tras otro, beso tras beso, abrazo tras abrazo miraré tu sonrisa y me volveré a enamorar como el día que te vi pasar por la ventana, una y mil veces me enamoraré de ti… pasaré el resto de mi vida escribiendo versos de amor sin rima, cantaré canciones sin armonía y guardaré mi vieja guitarra en el desván que hay entre tu pecho y tu ombligo, porque no habrán más placeres, no habrá nada más que no seas tú, no existe mujer más hermosa, recogeré los trastos que hay tirados por mi corazón enfermo, limpiaré todo para dejarte sitio dentro de él, enredaré mis dedos en tu pelo y te susurraré al oído que eres puro amor, que en el cielo de mi mundo interior tu eres la luna, si dijeras, ay!… si lo hicieras… pequeña mar…

martes, diciembre 15, 2009

Sonrisa de Luna.



He vuelto a tener ese sueño, otra vez, el mismo sueño. Todo empieza en mi cama y dura tan sólo un segundo. Si tuviera que definirlo diría que este sueño es el aforismo de los sueños, o al menos, la versión simple de lo que debe un ser un sueño. Todo empieza en mi cama, oscuro, triste, así es mi imperio, un mundo vacío y que casi siempre me queda grande para gobernarlo sin consorte, y una voz, aterciopelada, tan dulce como la ternura de un niño, resonaba en las fronteras de mi reino. Quedé toda la noche escuchando aquella canción que se convirtió en un susurro cuando amaneció; abrí la ventana y el olor a lluvia me atacó el corazón con golpes de nostalgia, y de nuevo aquella voz, que se hacía más fuerte, me sanaba las heridas como un milagro, volví a mirar por la ventana y otra vez era de noche, el atardecer cayó como un rayo y la noche se cerró. Intenté volver a mi lecho pero mi reino estaba invadido por la voz, florecían los jardines y el castillo se iluminaba entre las sábanas, y un cuerpo apareció de la nada, desnudo, bello, diáfano y espléndido, el milagro se hizo mujer y un aroma a flores me desgarro el olfato al tiempo que deshizo mi armadura, y a medida que los trozos de mi coraza caían al suelo mi corazón empezaba a latir. Me sentía tan raro, aquella sensación, sentirse vivo, libertad en mi cuerpo, como si flotara. Extendió una mano y me sonrió, con la sonrisa de la luna, “pobre mujer” pensé, pero al tocarme todo desapareció de golpe, se fue el miedo acumulado durante tantos años, se escapo por las rendijas de mi piel el dolor de años pasados, y por las grietas de mi cuerpo emanaba el veneno inyectado por las mujeres que han pasado por mi vida, y mi corazón latía cada vez con más fuerza

Mientras dormía sentía su calor, su mano apretando la mía y una luz blanca de luna llena iluminaba la habitación, paseaba mi mano por su espalda y en los surcos de su torso no encontré ni una sola cicatriz. “Ves mi cruz” le dije sin pensar, “ésta eres tú, y te llevo a cuestas”, volvió a sonreír, me besó y se levantó como se levantan los dioses, con el aura alrededor, y la sensación de que todo iba a ir bien, miró hacia arriba y clavó sus ojos en los míos, extendió sus alas y me sonrío otra vez, con su sonrisa, como sonríe la luna, “espera, no te vayas, yo no puedo volar sólo, no podré, agarra mi mano” Ella cogió mi mano, me dio con su aliento en el rostro y me volvió a besar, me acarició como acaricia una amante, y se fue. Mientras corría hacia la ventana sentía, que mi corazón se volvía a parar, que el veneno volvía a mí pero no fue así. Miré hacia arriba y allí estaba ella grande, impasible y majestuosa, al lado de sus estrellas, la luna hecha ángel, la luna hecha milagro, el milagro hecho mujer sólo para mí. Pero todo fue un sueño.

lunes, diciembre 07, 2009

Balance un amor que no fue


Termina el año, y estoy casi como lo empecé, con tristeza en el corazón. Ahora mi alma se llena de oscuridad, de pensamientos que prevalecen y acaban siempre con una canción de Sabina llorando alguna mujer que encontró en algún momento de su vida, y yo pretendo izar la mayor y poner rumbo a la felicidad con un corazón roto por cuatro partes, y con dudoso tratamiento. Ahora que todo el mundo hace balance de lo que este pobre 2009 ha dado de si, yo solo puedo pensar en ese rostro que veo cuando cierro los ojos, en esos pequeños ojos que me observan desde la oscuridad, el otoño hecho mirada enamorándome cada vez más, poquito a poco, tan paulatinamente que casi se considera una tortura, porque me hace sangrar, en cada cruce, en cada choque de miradas se me escapa el alma entre las manos y la vida en suspiros que me deshacen a pedacitos pequeños como un espejo roto que parece nieve reflectante al caer desde lo alto de un cielo que por más que intento no puedo agarrar porque siempre se me acaban agrietando las yemas de los dedos por la frialdad que hay al final de esos ojos.

Sé que no soy la misma persona que era antes, decir lo contrario sería negar la evidencia, en otra época seguramente te hubiera perseguido hasta la extenuidad, hubiera pintado el cielo de rojo si hubiera hecho falta. Quizás me he vuelto viejo para perseguir un sentimiento, pero lo que si es cierto es, que me he vuelto demasiado viejo o precavido para perseguir a una mujer. No me malinterpretes, tú mereces que te persigan, tú mereces que drene los océanos y te los regale en un frasquito de cristal, tú mereces que ate la luna a tu balcón como si fuera un globo de niño, mereces un valle verde y frondoso en un ramo de novia. Mereces todo, pero yo no puedo seguir jugándome el culo por mujeres que siempre acaban por absorberme. He pensando muchas veces en cortejarte, muchas veces al pasar por tu vera susurrarte en la oscuridad lo hermosa que eres, quizás algún poema del difunto Benedetti, he pensado alguna vez que otra en trepar a tu balcón y decirte la ternura que hay mí, contarte mis secretos, mis viajes, mis inquietudes, pedirte que me dejes ensañarte quien soy, dejarme que te abrace, que te bese con la dulzura que me haces sentir.

Ahora que termina este año no dejo de pensar en ti, y sé que estos pensamientos sólo duraran hasta primeros de año, porque cada año nazco de nuevo, cada año me reinvento y cada año sigo cambiando, pero ahora… ahora pienso sobre todo en aquella conversación que no tuvimos, en aquella conversación que no quisiste tener. La hemos tenido muchas veces en mi mente, muchas veces te habré dicho “que cuando te miro me calmas, que sólo tú haces que mi corazón esté en paz y no inundado de desidia e ira, que cuando te veo el cuerpo me tiembla, que unos ojos tan pequeños nunca fueron tan bellos”, y tú sonríes, algo nerviosa, yo te acaricio el pelo, tu cabello rojizo y, vuelves a sonreír, mi sangre ya febril se para y el corazón se vacía de nuevo. Después, de camino a tu casa vamos en silencio, yo pensando que por una vez el cielo ha sido bueno conmigo, quizás tú pensando que no era lo que te habías imaginado y por un momento, nuestras manos se rozan, sin querer, uno de esos momentos que el destino tiene con un pobre enamorado, y todo pasa a cámara lenta como en las pelis, te miro mientras te vuelves, tu cabello casi rojo flota en el aire y tu rostro tan bello como un atardecer se me clava en lo más hondo de mi ser, esbozas una sonrisa y yo vuelvo a nacer una y otra vez… Claro que todo esto es ficción y que sólo pasa en mi mente, pero tú sólo por existir lo has hecho posible, claro que esto nunca ocurrirá, pero solo por ser tú ya ha ocurrido en mi mente.

Termina el año, y tú has sido mi hogar durante todo el 2009, necesito agradecer, o quizás, todo esto sea un último intento, por si lo lees, por si quisieras hablar conmigo alguna vez, o no, o quizás esto solo sea lo que es, otra divagación, otra historia más, o simplemente lo use para decir lo hermosa que eres, con tus ojos pequeños, tu cabello caoba y tu cara tan bella como un atardecer.

domingo, noviembre 29, 2009

Yo sólo busco...

Yo sólo busco que esta noche sea nuestra, que mientras el mundo permanezca a oscuras todo sea nuestro, que el cielo me obedezca y el mar se arrodille ante mí para gobernar una Luna, una Luna grande, enorme y blanca para ponerla a tus pies mientras el viento te besa en la mejilla. Yo sólo quiero que una noche sea nuestra, que a nuestro paso desaparezcan las farolas y en medio de una caricia mi corazón se derrita en agua salada, que por una vez seamos la lluvia y no las gotas que caen. Sólo quiero que tu sonrisa ilumine un paisaje mientras lo pinto con mis palabras, que una noche sea de amor sin amor, y que tus ojos tan pequeñitos se vuelvan grandes en lo más hondo de mi alma. Sólo busco que Dios me dé una noche, que sea amo y señor del tiempo y el espacio, que tú seas la dama de mi corte, y que la oscuridad perduré durante unas horas.

Yo sólo pido que esta noche sea mía, que si tengo frío lo calme el calor de tus manos, que si tirito tus brazos me rodeen como un abrigo de belleza, y que si despierto empapado en sudor, me cuides, si tengo pesadillas me consueles, si lloro tú a mi lado y si sonrío seas feliz…. Yo sólo busco que esta noche sea nuestra, sólo quiero un milagro para que el sol me obedezca y tarde un poco en salir, que ya viene el rojo amanecer y sigo sin sentir que esta noche ha sido nuestra, sigo sin escribir cuando te sueño, sigo sin sentir el corazón latir al desnudo, sigo sin necesitar nada de ti, sólo quisiera que esta noche sea nuestra…

martes, noviembre 17, 2009

Amarillo


El viento me susurraba al oído que algo especial iba a pasar, el parque estaba precioso y mis zapatos hacían un leve sonido a crujido al pisar las hojas que caían a mí alrededor. Llegó noviembre y con él nuestro aniversario, llegó el frío que me dejaste en los huesos cuando te dije adiós; no quise, no deseaba pensar en ti, pero lo inevitable se hizo carne en una milésima. Las hojas revoloteaban a mi alrededor, y el cielo estaba rojo como tus labios, no quise pensar en ti pero pensé. Te vi, te vi sentada en aquel banco, absorta en tu libro de hojas arrugadas y con tu flor amarilla en el pelo. Todo era tormenta y sólo un halo de luz en tu cara, pero ahí permanecías quieta y majestuosa. Mi corazón se encendió, mis ojos se iluminaron y se fue el frío, dudé pero me acerqué, pero poco a poco todo se disipaba, y no quise pero seguí pensando en ti, recordé como iba a verte día tras día, siempre a distancia observando como nada te perturbaba, como te rizabas el cabello y te humedecías los labios, y no quise pero…

No quería, pero lo tuve que hacer, no lo deseaba pero el corazón me apretaba con tristeza y odio, pensé en ti, quién me lo iba a decir después de diez años. Recordé tu primeras palabras, viví de nuevo los besos por los pasillos, sentí otra vez las huidas buscando una farola rota, una noche de aguacero y una excusa para abrazarnos; volví a ser un niño en los brazos del amor más ardiente, con la inocencia tan intacta como el corte de tu falda. Volví a ser feliz y olvidé lo que vendría más tarde, se me olvidó que luego te irías y que mi vida se retorcería como una serpiente en un desierto, se borró de mi mente que vendría la rubia sin corazón, se me olvidó Portugal y se me fue Lisboa, mi querida Lisboa, se me olvido María y el reloj de la Gran Bretaña, y por un momento, sólo fuiste tú, sentada en tu banco, tan bella y tan hermosa que parecías una canción de Gardel, con tu flor amarilla en el pelo y tus ojos clavados en el libro ya desecho de tanto releerlo.

Y cuando me dejé llevar al deseo, cuando empecé a querer, cuando quise, me dí cuenta de que no eras tú, siquiera dije hola, se extrañó la chica seguro, pero no eras tú, y otra vez volví a mi corazón hecho trizas y se me escapó tu imagen serena, tu sonrisa y tus rizos, el aroma de tu piel a tango argentino y a playa del levante, y mientras volvía a mi mente el reloj, la Gran Bretaña, la Mari y la pepa, Lisboa y el corazón de la rubia, esbocé una sonrisa y la guardé en lo que pudo y no fue, a sabiendas de que el amor me debe una muy grande, conociendo a la hija del desamor que se llama Esperanza, y mientras no se caiga el cielo de vez en cuando iré al parque esperando encontrar una flor amarilla a lo lejos y un dolor en el corazón…

martes, octubre 27, 2009

Que llegue la noche

Deja esta noche tu ventana abierta, deja entornada la puerta de tu balcón para que suba de madrugada, para que pueda trepar por la pared de mis anhelos hasta tu alcoba, déjame entrar en la habitación de tus sueños y me acurruque en tu regazo mientras me acaricias la frente, y por fin poder dormir. Esta noche deja abierta la puerta de los paraísos más ocultos y yo me colaré sin que nadie me vea, oculto en la noche tan sólo para abrazarte mientras me tiendo en tu lecho, te leeré cuentos de amor para que encauces tu sueño y velaré como un vigía celestial para que nada perturbe tu sueño; si dejas abierto el balcón, al entrar te besaré el cabello y me quedaré a tu lado, apretaré tu mano hasta que se pierda el frío de los pies, te miraré mientras duermes y lucharé contra tus pesadillas, me transformaré en un caballero de resplandeciente armadura, mataré dragones y te salvaré de castillos tan altos como el cielo, y al alba, amor mío al alba (esto es de Aute), al alba desapareceré, antes de que abras los ojos, tus hermosos ojos, y cuando el amanecer te despierte con la dulzura con la que sonríes, verás un lirio en la almohada, la ventana abierta con las cortinas ondeando al aire y el aroma en el aire de un beso que se pierde lentamente a lo lejos…

lunes, octubre 19, 2009

El callejón de los sueños

Hay un callejón al que suelo ir cuando algo me turba, es una calle mágica que vi una vez. No recuerdo el nombre de la calle, está en Córdoba y sólo he estado una vez siendo niño, pero recuerdo muchas cosas de aquella vez, y siempre que algo me inquieta mi mente se va hasta allí:

“Existe un lugar, un lugar tan bello que siempre es de día o siempre es de noche; un lugar que cuando se pasea por él se puede elegir el color, el aroma del viento, el clima, todo lo que puedas imaginar. A veces, el callejón está oscuro para mí, a veces la calle se ilumina, llenándose de flores de colores etéreos y abigarrados, hace frío y calor; y otras, las calles desaparecen y un valle hermoso aparece de la nada, con un trigo aún verde y un olor a esas castañas asadas del invierno. Pero casi siempre, encuentro un pequeño taburete y flotando en el aire una guitarra brillante y luminosa que suena sola, cada cuerda que vibra es una letra que me dice que la agarre y cante, yo nunca canto, yo nunca compongo, son las normas de mi alma, ni canciones de amor ni partituras de amor, sólo palabras de amor. Pero hay algunas veces que en mi mente, en el callejón de los deseos todo lo imposible se torna claro, lo gris se pierde en la luz y el color me envuelve, la alegría nace de mi triste vida, desparece esta eterna soledad que tanto tiempo me acompaña y el dolor empieza a desaparecer a medida que la madera del mástil se funde con mi mano, y el cuerpo de la guitarra se asienta en mi rodilla, y entre traste y traste siento besos y besos que me llenan de la salud necesaria para cantar.
Canto, y a medida que canto todo toma diferentes formas, y según salen las palabras siento amor, amor y desengaño, porque todo es lo mismo, alegría y tristeza, al final todo es pasión, no hay agua sin fuego ni tierra sin cielo; y empiezo con un do mayor y mi mano cambia en perfecta simbiosis, dando gracias porque el amor me llena, y la luz me sacia, y pienso… quiero vivir en tus manos, quiero vivir en lo dulce que se desprende de tu mirada… siempre perdida, quiero mirarte, porque mirarte es como regresar a casa en un día de lluvia, es el ansia del inquieto, es la paz de la quietud, es el oleaje del mar, que a veces está rabioso y otras en perfecta calma; canto porque estás en mi mente y mi callejón me lleva a ti, me lleva a amar, me lleva al amor, y mi canción me lleva a sentirte, sentir los colores de tus ojos, el azúcar de tu vientre, el calor de tu pelo en mis dedos como las cuerdas de mi guitarra… hasta que comprendo que tú eres mi callejón, que cuando algo me turba vuelvo a ti, que tú eres el fuego y el alma, la pasión, el todo y que tú cuerpo es mi guitarra y tú alma mi canción…”

martes, septiembre 29, 2009

El otoño de un guerrero


El otoño ha entrado como un vendaval, como un puñal que se alza cortando el mismo cielo; y mi corazón en horas bajas. Las tardes se hacen oscuras, los días grises y opacos, y la lluvia, que tanta tranquilidad me dio en antaño, ahora, me deja el corazón en cueros y el alma calada hasta los huesos. La soledad me vuelve a abrazar con la fuerza de una pitón retorciéndose sobre mi cuerpo cansado y exhausto de luchar en la noche contra los fantasmas que amenazan mi paz.

El otoño ha vuelto y esta vez es más poderoso que nunca y por mucho que me abrigue cuando duermo un frío aterrador me recorre la espalda; y por mucho que me cubra la cabeza y me sumerja en la oscuridad infinita me siguen acechando esas extrañas siluetas en la penumbra. Siluetas con forma de mujer que cuando me tocan no las puedo reconocer, quizás fantasmas del pasado que vienen a atormentarme, pero… por más que esgrimo mi espada con toda la fuerza de mi alma no logro volver a descubrir mi cabeza hasta encontrar esa luz candida y hermosa que me llenaba de quietud, así continuo en la oscuridad, mirando de reojo las puertas del abismo, una ventana a los infiernos que con toda su crudeza me empuja hacía lo más profundo del averno.

A veces, mientras dura la lucha y en medio del fragor de la batalla, una voz tan viva y pura como era mi alma antes de ennegrecerse me llama susurrando mi nombre y siento una neblina, un leve rocío que me llena de esperanza, y de vez en cuando alguna de las siluetas se vuelve blanca como un ángel que desciende al centro de mi imaginación, descubriendo unos ojos que miran a lo lejos, unos grandes y marrones, mejor dicho, unos grandes y otoñales ojos que me miran mientras extiende su mano. Intento llegar, intento encontrar sus finos dedos en la oscuridad, esquivando golpes, siendo un buen soldado, como un guerrero feroz pero cuando más camino recorro, más lejos parece estar, hasta que su figura blanquecina se pierde en la luz a lo lejos llevándose su dulce susurro con ella.

Y todo termina de repente, todo acaba en un momento, la oscuridad se pierde, las siluetas se dispersan, el frío se vuelve calor, el mundo sigue rotando y a mí sólo me queda un alarido atronador que nace de mi alma, otra vez derrotada que se pierde en la noche como el humo de un cigarro. Me vuelvo a sentir solo, vuelvo a sentirme como el ciervo que no encuentra una corriente de agua en la espesura del bosque, sediento en un desierto oscuro, mirando a los lados sin encontrar a mi alrededor unos ojos grandes y otoñales a los que mirar, a los que dedicarles un simple te quiero; no hay una mano a la que aferrarme, unos brazos a los que pueda agarrar para no volver a caer en el abismo del olvido, tan sólo la duda de si esta noche tendré una nueva batalla, a sabiendas de que ya está perdida…

sábado, septiembre 12, 2009

Un año más...

Ya pasó, ya se fue, ya se marchó ese día en el que todo se hace posible simplemente porque se conmemora algo tan hermoso como un nacimiento, y si miro atrás y veo lo que el mundo, tan opaco y tan extraño para mí, me ha deparado pienso que la belleza, la grandeza de vivir a veces se hace tan dura que es mejor no celebrar nada, aunque siempre hay gente que lo hace por uno mismo. Si cuento las veces que mi corazón se sintió un extraño en este mundo de locos o el número de mujeres con el cabello lacio y los ojos de un gris tan profundo como la oscuridad de mi alma me usaron como un pañuelo que cura casi instantáneamente los dolores del corazón o las ocasiones en que yo me he servido de noches desconocidas para salvar la soledad que habita en mi cama, me da por pensar que este mundo, sobre todo de noche, es un lugar inhóspito y tedioso. Y cuando las caricias ya no funcionan y los besos empiezan a saberte a un amargo triste y gélido todo cambia de color.

En este día siempre sigo el mismo ritual, intento aislarme todo lo que puedo, quizás releer algún libro de García (siempre opto por “Cien años de soledad”), media botella de un brugal de quince años y una ventana sucia por donde mirar el mundo que hay fuera sin que me produzca urticaria tocarlo. Pero no todo es malo. Hay cosas buenas.

Siempre suelo recordar a una mujer, cómo no, sino fuera por el amor nada tendría valor y el yugo de vivir se haría tan pesado para mí que la cuesta sería demasiado empinada para subirla sin desfallecer en el intento. Como iba diciendo, tengo el recuerdo de una mujer, yo era todavía un chiquillo y ella una mujer, muchas tardes estaba en un parque que hay detrás de mi casa, sentada en el césped, descalza. Ese simple hecho me fascinaba, tenía unos pies pequeños con unos deditos casi diminutos pero que me resultaban hermosos; no recuero que leía pero sí que lo hacía muy lento, siempre llevaba el cabello recogido y con unas gafitas de color negro que le daban el toque morboso de bibliotecaria atractiva, las mejillas sonrosadas y azul intenso en los ojos que me enseñó a amar el mar y desear el océano, sólo la vi un par de veces pero fue mi primer amor (yo fui muy precoz) y aún hoy perdura su recuerdo en mí.

Es una historia sin más y no sé porque la recuerdo siempre que cumplo años, quizás se hizo costumbre sin darme cuenta, quizás se hizo amor sin quererlo pero recordar esto me da la ilusión para afrontar un nuevo año, porque en mi interior está el deseo ferviente, el anhelo o la esperanza de que por ahí anda una mujer que se descalza para leer o que pasea por una playa o que se para en todas las floristerías olisqueando los lirios que se encuentra a su paso o que baila en una fiesta con un vestido blanco o está tocando una guitarra en una manifestación o comprando detergente en un supermercado o simplemente que está viviendo esperando a que yo llegue a su encuentre, porque a veces el hado es inteligente y nos prepara antes para nuestro destino, y por ende, el sino del ser humano es amar y cuando encuentre esa otra parte de mí ya veremos que ocurre, pero mientras, seguiré esperando y para no desaprovechar el tiempo seguiré creciendo (esa es mi promesa) seguiré intentando ser mejor persona, con mis mil y un defectos y mis seiscientas cualidades, seguiré luchando por ser un poquito mejor mientras ando este camino hasta que encuentre la luz y el gris se pierda, y entonces, me doy cuenta de que el día se ha acabado y la vida seguirá su curso, inamovible, con la determinación de un reloj suizo, con su lógica y sus leyes, con sus milagros y sus tristezas y es cuando pienso que para todo lo demás Feliz Cumpleaños…

miércoles, septiembre 09, 2009

Al día siguiente (continuación) Por Eva.

Eva:
Parece que pasó la época en que te daba miedo vivir, se acabaron aquellos días en los que vivías encerrado en tu casa de cristal mirando la vida pasar, siendo pasajero de un tren que nunca iba a ninguna parte sólo daba vueltas de un lado para otro, siendo espectador de una película en la que el final estaba por escribir.
Dani:
No es para tanto, y ahora duérmete
Eva:
¿Sola?
Dani:
(Titubeaste por un segundo) De momento sí.

Pasaron los días y cada vez me sentía más orgullosa de ti, te veía ir a trabajar, madrugabas y me hacías el desayuno, me lo dejabas todo hecho y una rosa diferente cada día al lado de mi almohada junto con un beso ardiente en mi frente. Me sentí tan orgullosa, tan feliz de ver la clase de hombre en la que te habías convertido. Mantenías esa mirada de niño triste, esa carga melancólica aún no se había ido de tus ojos, y a pesar (perdona por esto) de no ser muy guapo resultabas tan atractivo, tan magnético que si quisieras podrías atrapar a cualquier mujer con una fuerza desgarradora, y a la vez, tan inocente que toda señal se te escapa entre esos ojos achinados.

Pasó una semana y dejaste de trabajar. Durante algunas noches te quedaste a mi lado esperando a que el sueño me venciera y, a veces, en mitad de la madrugada te sentía desde la puerta velando para que nada me perturbara, después de rogártelo dejaste de dormir en el sofá con la condición de que saliera de tu castillo de cristal particular. Aquella mañana el sol relucía con la misma vitalidad con la que despertaste, al verte vestirte me di cuenta de que ya no eras aquel niño dolorido del que casi me enamoro en Lisboa, de que te habías convertido en un hombre capaz de soportar el sino de la vida y de cargar a tus espaldas el peso de un mundo que nunca es justo para nadie y eso te hacía más interesante todavía.

Al poco de despertar me llevaste a un valle precioso, lleno de flores, de arboleda y de olor a hierba fresca, me diste una corona de flores y me dijiste que por un día imaginara que era una princesa y que aquél era mi reino, que por un día todo aquello era mío, desde mis pies hasta donde la vista me alcanzara. Tomamos asiento a la orilla de un lago precioso y allí permanecimos, en silencio, tú escribías en tu cuaderno y yo te miraba, embelesada y embriagada, quizás porque lo necesitaba, quizás porque aquel día me terminé de enamorar de ti, de tus poemas sin sentido, de tus ojos tristes y tu boca pequeña, pero sobre todo de tu ternura, de esa cualidad que muy pocas personas poseen y que casi nunca la aplican a la vida como lo haces tú, a tus gestos tiernos, a tus besos aún más tiernos, a tus caricias y a la forma de mirar que tienes.

Cuando me pediste que escribiera esto, sabía perfectamente que querías saber que sentía, y sé que omitirás algunas partes, pero lo que siento aún me queda por decírtelo… El resto de la historia termínala tú.


Fmdo. Eva

¿Continuará…?


martes, agosto 25, 2009

Vámonos (Continuación)

Vámonos” me dijiste con la mano extendida tocando con la punta de los dedos mi corazón, notaba el aire que giraba entorno a tu brazo con una fuerza invisible y desgarradora que me golpeaba el pecho como si latiera el corazón por fuera, “qué, cómo, estás loca” repliqué con asombro.

Sonrisa, ojos, cara todo era igual que en las noches de Portugal, llevabas el pelo cambiado, tu flequillo casi no dejaba ver tu frente, aquella que tanto besé en las noches de abril, tus ojos grandes serpenteaban mientras se clavaban en mí paralizándome con tu veneno de tarántula, tu figura seguía siendo un poco delgada pero la belleza en ti era innata, rebosaba en cada átomo, por cada poro, por cada recodo de tu maravilloso cuerpo, cada resquicio de tu alma. “Dije que volveríamos a vernos ¿no?” sin parar de sonreír cogí tu mano, me aferré a ella como el alma se aferra a la vida, como las estrellas se aferran al cielo para no caer en el abismo oscuro, más que andar me arrastrabas hacia la puerta, el sol ya asomaba despuntando al alba anunciando que la luna debía de terminar su turno e irse a dormir al otro lado del planeta “un largo viaje para descansar” pensé.

Caminabas un paso por delante de mí, atoándome de la mano, incrédulo aún, suspirando como un perro que se aburre pero lleno de felicidad: “¿qué haces aquí?, te hacía en Coimbra o en algún otro sitio extraño” El sol ya me alumbraba, la hierba de aquel parque relucía por las gotas del rocío y un extraño olor a playa me invadía el olfato.
“Te lo prometí o al menos te dije que nos veríamos”. Volví a suspirar y por fin vi la debilidad que tanto buscaba, vi sus nervios. Agarraba el café con las dos manos supongo que para sentir calor en las manos, meneaba el pie sin cesar y un pequeño temblor la delataba:
-Te acuerdas, recuerdas cuándo nos conocimos- me dijo con la voz igual de temblorosa que los dedos con los que apretaba su café. –Dime que lo recuerdas- repitió.
-Si, claro que lo recuerdo.- Si existe la felicidad, esos días llegué a rozarla (claro que eso no se lo dije).
-Recuerdas que estabas mal, estabas muy mal.
-Si.
-Y sin decirme nada yo entendí que me necesitabas, y yo permanecí a tu lado- Se volvió hacia mí con los ojos llenos de lágrimas, me siento mal por pensar así, pero benditas lágrimas que te trajeron a mí, bendiga Dios ese dolor que sentías porque tu necesidad era mi necesidad y tu desgracia mi fortuna.
-Pues ahora yo no te digo nada a ti.

Terminó la conversación ahí, yo entendí. Te abracé y terminó el alba de asomar la testa entre las nubes hechas de algodón rosadas. Aquella noche dormiste en mi cama, yo en mi sofá, aún lo recuerda mi espalda. Aquella noche mi cama estaba feliz, tanto hacía que no tenía visita, tanto que no poseía un olor ajeno y al día siguiente….


Continuará…..

domingo, agosto 09, 2009

Historia de un reencuentro....1ª Parte


Como un Flash que te deslumbra, una luz cegadora que te nubla la vista y, a pesar de la luz, te sumerge en las más oscuras tinieblas por unos segundos, verte allí fue como el tintineo de la mañana, el estertor armonioso de una hoja calada por el rocío imperecedero de la mañana insidiosa. Tardé unos segundos en reconocerte, en mirar dentro de ti para reconocer tu alma, me acerqué para sentir ese calor que hace unos años me diste. Tu mirada permanecía clavada en mí: “Con estos ojos puedo parar el mundo” me dijiste una vez, y yo te creí. Avanzaba entre la gente y nadie parecía darse cuenta de nada, nadie se imaginaba que dos almas separadas se estaban volviendo a unir, y a falta de unos metros sentí el latido de tu corazón y lo reconocí, reconocí el amor que irradiaba, puro amor, puro deseo; te apartaste el pelo de cara, esa era tu marca, esa era la señal y entonces estuve seguro, mientras tú reías y yo me desesperaba, mientras tú me mirabas y yo me deshacía como un pedazo de hielo. Esa sensación que recorría mi cuerpo, impulsos eléctricos que me aturden una y otra vez, esa angustia antes de tocarte, la quemazón en el pecho, la presión en la sien y las hormigas recorriendo mi estomago devorando mi alma sin piedad. Quedé inmóvil, imperecedero ante ti a escasos dos metros, casi dos años y una miríada de kilómetros, de los que me arrepiento uno a uno, y después de acordarme de la puñetera cobardía, lloré. Lloré como un perro que pierde a su amo, como un niño que no encuentra un juguete, como un amante cuando se da cuenta que es feliz…. Ella se movió, no lo vi pero lo sentí, sentía todo, cada paso, cada momento, cada latido, cada todo… Te vi venir, te vi andar, incrédulo y a un paso de mí me volviste a coger de la barbilla, como hiciste hace casi dos años en aquel banco de la avenida de la libertad, querida Lisboa que nostalgia de ti….. “siempre que nos vemos te encuentro llorando, nenaza” me dijiste con esa voz que tanto me calmó aquellas noches de abril. Sin un segundo para recordar, sin minuto para pensar que hacías allí, a qué habías venido o por qué llevabas aquel vestido blanco que se te trasparentaba al trasluz y que llevaste aquella última noche, aquella noche en que cerraste la casa de fados para mí, aquella noche que oí tu voz como si fuera un pecado, aquella noche en la que me tuve que marchar con tu canción en mi tímpano resonando como los truenos en la oscuridad de la tormenta, aquella noche que me regalaste el calor de tu cuerpo, la noche en la que me fui con tu imagen clara machacándome la mente y con el aroma de las flores que dejé en tu cama mientras dormías, el miedo a no verte más y el sentimiento de contrición por no quedarme a tú lado como me suplicaste.

No quise pensar, no quise reaccionar pero mis brazos se movieron solos, mi cuerpo aún eléctrico se movió sin pensar y te abracé con toda la fuerza que me dio el encontrarte de nuevo, con todo el amor que surgió al ver un fantasma que regresa del infierno de Dante para verme y cuando tus brazos me rodearon convirtiéndose en la más cálida y sedosa bufanda del mundo mi corazón se paró… “Eres igual de hermosa que tu canción” sólo le pude decir eso y mientras me atacaba a la boca con sus labios mi corazón volvió a latir, me cogiste la mano y me dijiste “vámonos” y… te volví a seguir….

Continuará...

lunes, julio 20, 2009

Rojo, Negro y Amarillo

No siempre es una puerta la que se abre, a veces, el tiempo, bendito tiempo o puto tiempo que dice “la Belén”, te da más oportunidades de las que puedes sobrellevar. A veces, el tiempo es hermoso, te abre ventanas antaño cerradas, te enseña caminos entre la hierba alta, frondosa y fresca, que siempre habían estado cerrados pero por donde se puede divisar una inocua senda que te lleve a la felicidad mas tremenda, esa felicidad de la que hablan los libros, las historias de amor donde todo sale bien y los finales son felices, a esa felicidad que para la gente normal no existe en la vida real. A veces, no una ni dos sino varias ventanas son las que se abren ante ti con una sinuosa fragancia alrededor pintada de hastío y embriagada de fina esperanza. Son tantas las posibilidades, que un corazón sombrío como el mío no sabe que probar primeo, si el rojo de la pasión inimaginable en una noche de alcohol incesante, la fría calma de unas piernas que recorren mi tediosa imaginación esperando a encontrar unas escaleras por el camino para poder mirar por debajo de la falda de mi melancolía y mientras sube al cielo de mi cama, ya vacía por tantos años; o en cambio, esa melena rubia, tan prohibida como deseosa, tan esmerada y tan bella que solo pensar en ella me hace daño, que sólo imaginarla me produce una fiebre tan pueril que me transporta a los años en los que una mujer sólo era un mero entretenimiento y no como ahora, que se ha convertido en una forma frívola de llenar mi vacío pensamiento, carente de imaginación y, a la vez, de pasión.

Rojo, negro y amarillo, el rojo de un atardecer en el invierno, el negro de la noche que se cierne en mis entrañas y el amarillo de un sol que renace un día tras otro, se abre un arcoíris de preguntas, gracias al tiempo, cuestiones que me sobrepasan de una manera atronadora y estridente. Se forma en el horizonte un cúmulo de estratos intransigentes en el que seguramente yo saldré perdiendo y donde la razón, mi razón, tendrá poco que decir. El tiempo elegirá por mí.

domingo, julio 12, 2009

Sombras y Fantasmas.

Vuelvo a ser yo, vuelvo a mis palabras, pasa el tiempo y me vuelvo a encontrar. Ahora creo de nuevo en la magia, creo en los ojos que me hechizan en una noche de brugal, vuelvo a creer en armaduras y corceles blancos galopando en el horizonte en busca de dragones. Vuelven los demonios entre las sombras y a no conciliar el sueño y a quien no le guste la tristeza que se pierda en este mundo gris, vuelvo a mi nostalgia, a mis años pasados y a buscar en la sombra esa vocecita que está tan lejos y que siento tan cerca, siempre diciéndome que la vida tal y la vida cual. Y mientras brilla mi espada en la oscuridad dando palos de ciego vuelvo a ser yo, a ser el héroe de mi historia y, al mismo tiempo, mi propio villano.

Volveré a enamorarme de la primera mujer con mirada enigmática, de vuelta a buscar en unos labios morbosos el misterio y el latido que le falta a mi vida, ahora vuelvo con mi dolor crónico, con mi noche siempre estropeada y el calor de una cama vacía por la que cada noche pasan demasiadas pasajeras, aunque ninguna lleva equipaje. Y mientras siga brillando mi espada, jugaré al escondite con mis demonios, y mientras cabellos negros y ojos verdes bailen para mí le podré poner algo de luz a las sombras de mi habitación.

Rulo dice que no invierte en amores de una noche, yo tampoco, pero joder como me calman los nervios, como apaciguan mis putas y eternas pesadillas, miserias de fantasmas y ascos de sombras, y cuando me encierro entre mi papel y mis letras y la nostalgia se convierte en un tesoro tan grande me vuelvo a encontrar tan perdido que sólo dentro de este caos localizo mi propio orden, ahora vuelvo a ser yo, ahora vuelvo a vivir como siempre he vivido, desidia, gris, dolor y la capacidad de imaginar, la fluidez de metáforas, palabras e imágenes que solo cobran sentido cuando las pinto en el papel. Villano, héroe, sombras, fantasmas, todo da igual cuando soy yo mismo porque la tristeza es tan poderosa que todo lo puedo cambiar, cerrando los ojos e imaginando y mañana cuando salga el sol será un día más, carretera y a cantar…

viernes, julio 03, 2009

Miro

Mirarte,
a veces, es como mirar una gran luna blanca,
como ver una gran media luna que,
a veces, por un lado muestra su esplendor claro y su belleza iluminada, luna creciente, tan diáfana y esplendida; es como mirar tu rostro, es como imaginar tu sonrisa antes de que sonrías, soñar con una mirada tuya antes de que me mires con los ojos afables que nunca me pertenecerán, tu gesto con el labio que me emboba sin quererlo hasta que por un momento, incluso, espero que aparezcan dos enormes alas blancas de tu espalda como un ángel hermoso que escapa por la ventana dejando un silencio tranquilizador en el ambiente.

Mirarte, casi siempre, es como mirar la otra parte de la media luna, luna menguante, oscura y misteriosa, rodeada de tu cabello negro, sedoso e indomable, adormecido sobre tu seno ardiente y tu regazo acogedor. A veces, te miro y me siento seguro, y otras, te miro y me siento perdido, pero siempre vuelvo a ti. Es mirarte y escuchar a Gardel al son de tu latido, tu andar, tu serenidad y verte bailar, como una estrella en el universo que siempre destaca.

Mirarte, siempre, es como mirar la noche estrellada con sus miles de lunas y sus contadas estrellas, como encontrar una nube blanca en un cielo negro, y a pesar de no escuchar tu voz, de no compartir mi tiempo me basta con mirarte, me sobra con el milagro de contemplarte de vez en cuando, porque contigo la vida tiene otro sentido, cada aliento, cada segundo que paso admirando tu enorme belleza es felicidad que se adhiere a mi ser y a mi piel.

Mirarte, a veces, casi siempre y siempre, es como la voz de mudo o la mirada del ciego, es como si el imposible se hiciera presente, es como si la poesía cobrará vida en ti, simplemente es como mirar una luna grande y hermosa.

miércoles, julio 01, 2009

Isa

Ayer me recordaste lo que fue tenerte por un instante, me recordaste un beso a las tres de las madrugada, mis muletas en el suelo y tu sonrisa tan fina como la noche, ayer te vi, sentada en una cafetería, cerca de mi casa, mareando el café como hacías antes, sé que tú también me viste y por un segundo nuestras miradas se cruzaron, yo me miré los pies como hago siempre y seguí mi camino hasta mi coche, pero esos dos minutos que tardé fue como volver al pasado una vez más, volver al tenebre mundo de mis puñeteros recuerdos de los que ya me estoy cansando. Me recordaste aquella farola que parpadeaba sin cesar, mi primer beso y el calor de un abrazo que jamás he podido olvidar. Debería haberme acercado, preguntarte como te va la vida, si te has casado o tienes hijos, si te has convertido en la profesora que querías ser, si tú también sientes ese calor en las noches de domingo esperando a que llegue la eternidad del lunes. Decirte lo delgada que estás, y lo hermosa que sigues, quizás un: “joder Isa no has cambiado, estás igual de guapa que cuando te esperaba en la esquina de tu casa”. Decirte que fui un cabrón y que me perdones, que necesito que me perdones por puro egoísmo y por que tu recuerdo me atormenta, decirte que me despierto pensando muchos días que olvidarte fue mi gran error, que hay veces que pienso que eres el ángel maldito de Ariel Rot, y que cuando te veo siempre me vuelves a atrapar.

Camino al coche recordé aquella poesía en la esquina del metrópolis, si aquella noche te hubiera dicho que me abrazarás y no me soltarás nunca, que no me dejarás caer que no te quedarás quieta mientras me marchaba, si aquella noche me hubieras dicho volvamos al muro, volvamos a aquella noche mágica con el río de testigo y la noche de carabina y quizás ahora todo no sería un recuerdo, todo no sería unos ojos que se cruzan pensando que una vez nos conocimos, y nuestro amor perduraría en nosotros y no se perdería en un triste cruces de miradas.


jueves, junio 04, 2009

Después fue...

Después fue... tampoco sé que fue después, ni siquiera lo que vendrá después. Sólo sé que sonó el móvil y todo cambió. 

No quiero hablar de nada de eso, he rescrito este post como unas cuatro mil veces, le he añadido poesía, después se la he quitado, le he puesto corazón luego lo rectifiqué, lo impulsé con dolor y luego lo borré todo, hasta la última letra, todo para comprender que no podía escribir sobre ello. 
Para Juan. 



Muchas veces digo que yo no elijo lo que escribo, que las palabras me vienen solas como si fueran recuerdos, muchas de las cosas que escribo no las he vivido, hay algunas que me gustaría vivirlas y otras que sólo son producto de mi imaginación, en este caso todo es cierto, y dejaré a mis pocos lectores una de las historias más bonitas que he tenido el placer de contar, también agradecería un comentario, la historia lo merece. 

Estos días he andado muy triste, quien me conoce sabe porque, he desatendido a los amigos tanto a los que tengo cerca como a los que están lejos de mí y sólo nos unen las palabras y el frío correo electrónico, pero a los que quiero tanto como a los que tengo cerca, espero todos sepan perdonarme. Dentro de mi desidia hay una sola cosa que me ha llamado la atención y me ha sacado de mi autismo generalizado, y es ahí donde reside la historia.

Sólo he visto la luz para fumar, maldito vicio, salgo a la ventana de mi terraza, da poco el sol y poca gente me puede ver, pero de madrugada, cuando todo esta aún negro y la luz empieza a asomar, el alba empieza a acariciarme la mejilla, el sol enseña la cara, malo para mis ojos, y la vida se pone en marcha de nuevo, el estertor del rocío me humedece los codos y un dulce tintineo resuena por la calle, miro hacia abajo y hay un grupo de pequeños gorriones gorgojeando en medio de la calzada, caminan dando pequeños saltitos y agitando las alas con extremada precaución, revolviéndose unos con otros en una majestuosa muestra de la belleza que tiene la naturaleza y a que veces nos falta a los seres humanos, pero (siempre hay un pero) te encuentras a alguien que te demuestra que también tiene esa parte de belleza que suelo echar de menos en las personas. Miro más atentamente y me doy cuenta de que los gorriones están tan alborotados porque están comiendo y veo como unas migajas de pan caen desde lo alto, alzo la mirada y me encuentro a un hombre ya senil sentado en el balcón con un trozo de pan blanco en sus manos muy ajadas, lo desmiga con sumo cariño y migaja tras migaja alimenta a los pequeños pajarillos. Aquella imagen me calmó, me hizo despertar, me hizo sentir bien y durante dos días observé aquel hermoso ritual, tan bello como simple. Hablé del tema con mi madre y me contó que llevaba así muchos años, un día tras otro, pero que no tenía ni idea de quien era. Yo que soy muy curioso decidí visitar al hombre y la verdad es que su historia era muy triste a la par que hermosa, hablé con su hija que se encargaba de él y con mucho agrado me permitió visitarlo, hoy hace tres días que voy a verlo, siempre a la misma hora. 

Juan tiene alzheimer y durante estos días sólo me ha contado historias de su niñez, no recuerda quien es ni que trabajó en la construcción toda su vida, a mí me llama Pedro y yo le dejó que lo haga, dice que soy su amigo de la infancia, pero lo más sorprendente de la historia y, por ende, de Juan es que si recuerda porque da de comer a los pájaros, todos los días me cuenta la misma historia. Cuando era recién casado, todos los domingos se ponía su traje de los domingos y Ana, su mujer, se arreglaba con su vestido azul y se acercaban al parque después de ir al cine Galindo y ver una película. Después iban al parque y Juan tomaba un helado en verano y unas castañas en invierno, pero Ana no lo hacía, no quería helados ni castañas ni dulces, el poco dinero que destinaban a salir los domingos ella se lo gastaba en un panecillo de pan blanco, lo desmigaba con una gran ternura y alimentaba a las palomas del parque. 

Esta historia me dejó triste pero alegre, porque Juan dentro del agujero negro que es su enfermedad no anda tan perdido. Y, por supuesto, que en el blanco inmenso de su panecillo encuentra su propia felicidad recordando la risa de Ana dando de comer a sus palomas, recordando que una vez tuvo el más preciado de los tesoros y que su memoria, cansada y triste, no le ha privado del mayor de los consuelos, siempre es mejor recordar al ser amado que no haber amado nunca. 

domingo, mayo 31, 2009

Primero fue...

Puta canción.


Primero fue el amor o parte de él, después, quizás, no sé lo que vino, no aún, no de momento. Hace una semana todo era la gloria de un mundo mejor, la esperanza de un futuro mucho mejor, quizás el sueño de que por una vez, de que por un instante todo sería diferente, pobre de mí, pobre iluso dentro de la idiotez que se llama felicidad. 

Rulo cantaba hace una semana. Nando tocaba como un ángel que emerge desde los mismísimos infiernos y tú bailabas para mí con tu camiseta vieja de Los Héores, descosida, raída y ocultando uno de tus hombros, dejando al descubierto el otro como un oasis en medio del desierto. La camiseta te quedaba corta, otra vez (y yan van dos) puta canción!, y tus caderas quedaban al aire, tu pelo enmarañado entre mis dedos, tus ojos como dos rubíes sedientos de sangre brillando entre la luz y el humo, tu mano en mi pecho balanceando tus caderas de un lado a otro, meciéndose al ritmo de mi corazón, empujándome hasta la pared. Rulo seguía cantando: por verte sonreír he vuelto yo a perder (oh oh oh oh oh oh no no no no), debí imaginarlo, debí prever, debí, simplemente debí, pero que se hace frente al amor, que se hace frente a una mujer que te empuja contra la pared y te besa mientras uno de tus grupos favoritos está cantando a un metro de ti, fue una noche perfecta, fue la noche perfecta, siempre será la noche perfecta, aunque ahora me duela el corazón.

Primero fue la felicidad, después fue la historia, la vida, el destino que siempre se entromete como una vieja cotilla, que siempre maneja a su antojo los hilos cambiando el tejido de nuestra vida, apuntalando los cimientos de una caída, de una debacle tan grande que nunca lo esperas. Yo tenía cerrado el corazón, tenía presos a mis sentimientos y con dolor se vivía bien, una vez te desprendes de él todo va bien por un momento. Primero fuel el amor, otra vez, después fue una semana que pasó rauda y tranquila, y casi a la misma hora de aquel beso mágico el móvil sonó. 
-Mmm. Ya es tarde, Quién será?
-Soy yo, tenemos que hablar.

Primero fue... no sé lo que fue primero, pero sí sé lo que vendrá después, por hoy no tengo ganas de seguir, prefiero tapar al mundo con la manta y dormir, porque no es momento de escribir, no es la hora de los poemas, de las putas palabras que sólo sirven para demostrar que me gusta la lluvia porque refleja lo que llevo por dentro, no es hora de escribir, no es la hora de sentir, no es la hora de pensar, tan solo es el momento de guardar el zapato de cristal en el desván, tomar aire, respirar y de dormir...

Continuará...

P.D.   hoy más que nunca kemando recuerdos.

miércoles, mayo 27, 2009

Nur

Entró como un torbellino, un haz de luz que encandilaba todo alrededor. Irrumpió como quien tiene la llave de todas las puertas del universo embriagando el ambiente con su sonrisa provocadora y su mirada inquietante. En el momento de abrirse la puerta, puta casualidad, sonaba la balada del despertador, puta canción, tantos recuerdos me evoca, tanta melancolía me trae al cuerpo y tanto desprecio me resuena en el oído, los ecos de vidas pasadas, años en los que yo era mejor, más niño eso sí, pero mejor. Años en los que escuchar a Ismael era descubrir un mundo y no sentir el más profundo de los pesares, años en los que tocar a una mujer era un logro y no una manera de curar mi ansiedad.

Se abrió la puerta y una parte de mi pasado entró por ella, con la canción, con los ojos y la sonrisa ni un segundo tardó en ir hacia mí, casi me arranca el brazo y el corazón para apartarme de mi viejo pinball, ahí estaba, en mi bar, en mi mundo, en el viejo y en el nuevo, con su lunar y su expresión afable y agradable. Me acarició la mejilla y sonrió, me miró fijamente y me abrazó. Un abrazo que entrañaba un universo, un abrazo que escondía nuestra lejanía y, al mismo tiempo, lo cerca que estábamos después de tantos años. Que guapo estás-. Dijo con su voz de mujer adulta, de persona sabia, mientras yo me ruborizaba por dentro, pensé: tú sí que estás hermosa; y lo estaba, más bella de lo que nunca había estado, y el abrazo seguía. Continuó hasta el final de mis días, el mundo no se paró, siguió girando pero todo desapareció, las paredes se volatilizaron, la gente se esfumó como una bruma vespertina y el horizonte apareció como un fantasma llenando aquel momento de magia, romanticismo y esplendor. La música siguió sonando.

Durante un momento te agarré fuerte, creo que no te diste cuenta, te apoyé contra mi pecho que siempre latió con normalidad y una extraña sensación me invadió, algo que había desterrado para siempre de mi interior y de mi vida, sentí felicidad, no sólo un cuerpo caliente, no sólo una persona a la que apreciaba, no sólo una amistad que perduraba a través del paso de los años que tanto mal me han hecho, sino que sentí cariñó, sentí amor, no el amor sentimental, no amor romántico, un amor fraternal, un amor de amigos que me llenó por completo y me hizo sonreír por primera vez en mucho tiempo, quizás demasiado. Después de un millar de besos en la mejilla el momento se grabó en mi cabeza como una fotografía, como un retrato bello y hermoso, lleno de colores y formas, una imagen que tardaré mucho en borrar.

jueves, mayo 21, 2009

Dolor, Odio, Tristeza, Amor

El dolor es antinatural, el dolor no mueve montañas ni hace que el mundo se detenga, el dolor es "como el océano, profundo, oscuro y más grande que nosotros, es como un ladrón en la noche, callado, perseverante, injusto, bienvenido por el tiempo, el destino y el amor", el dolor es la mentira del infiel y la trampa del tramposo, es dejar marchar a la persona amada, el dolor es una espina que se clava lentamente, el dolor es una cama vacía, un llanto de madrugada, días sin esperanza, "el dolor es como el océano, profundo, oscuro y más grande que nosotros".

Amar, es como sentir dolor, amar es ser egoísta y cuando dejas de serlo sufres el más intenso de los dolores, dejas marchar a la persona amada y el rencor te invade, te impregna, te sumerge en el dolor más negro y áspero, se te mete en las entrañas pudriéndolo todo a su paso, arrasando cada sentimiento, cada buen pensamiento, uno tras otro sin dejar nada sano a su paso, agrietando el corazón. Amar es doler, amar es olvidar en lo más profundo del olvido, ocultado entre la desesperación y el odio, alimentándose de la ira más ardiente se encuentra el dolor, odiamos porque estamos heridos, olvidamos porque nos duele, que no se puede sentir sin el sufrimiento, que una sonrisa siempre acabará en un llanto y que un beso se acaba perdiendo en lo infinito del tiempo, que los abrazos solo son un roce entre dos personas y que en una mirada no hay un mundo. 

Amor, dolor, odio todo es parte de nuestro de mundo, todo es parte de nuestra alma, tengo suerte por estar dolido, por odiar la luz del sol, por amar la lluvia y vivir sumergido en la tristeza y la apatía, porque eso significa que he amado. Ahora que el amor me dejó atrás, que se marchó para emprender una nueva vida sin mí, ahora que sólo me queda el sufrimiento y los recuerdos, sigo pensando que odiar es mejor que no amar, porque el que ama una vez puede amar toda la vida. "El amor es como el océano, profundo, oscuro y más grande que nosotros, es como un ladrón en la noche".

martes, mayo 19, 2009

Wonderwall

Escuchad la canción entera porque merece la pena:




Dame un respiro o baila conmigo, necesito que te calles un momento y que sólo me mires como lo hacías antes, antes de que el mundo creciera sin mí, antes de que necesitáramos un trabajo, antes de que necesitáramos una vida. Quisiera ser otra vez aquel muchacho que leía y releía los mismos libros, aquel que te susurraba los poemas de Neruda al oído mientras te pasaba la mano por debajo de la falda. Quisiera detener el tiempo y que volvieras a aparecer con tu vestido rojo y tu cinta en el pelo, con el cabello tan negro como las noches que pasamos riendo y besándonos sin saber aquella noche sería la última.

Aún recuerdo esta canción, fue la primera que aprendí a tocar, fue la primera vez que canté, mal, eso no ha cambiado, pero entre tú, yo y aquel fuego a media noche sonaron los acordes como si el viento moviera la tierra para hacer música y las letras se posaban sobre tus preciosos ojos grandes, tiernos, amados. Tu piel caliente y la noche fresca. Quisiera ser ese muchacho que bebía sin pensar que hoy sería un adulto y tú no estarías para darme los besos que aquella noche me hicieron sentirme el adulto que soy ahora, aunque ahora me sienta como aquel niño con los ojos siempre cerrados esperando a que llegue ese beso que nunca termina por llegar.

That the fire in your heart”, sigue la canción y aún se estremece todo mi ser al oírla, aún me apetece coger la guitarra y tocarla una y otra vez, cantando con lágrimas en los ojos, cantando con el alma agrietada y mi motor cardiaco a más de mil, y sigue “You´re my wonderwall”, y tú te quejas porque te gusta más la original de Noel y yo te digo que la versión de Ryan es mucho mejor, y la noche se abre mucho más y tú brillas como una estrella más pero única entre todas, y yo te siento tan cerca y ahora estas tan lejos, quisiera ser otra vez aquel muchacho, quisiera que me dijeras otra vez calla y bésame, quisiera tantas cosas que no me cogen con palabras.

Termina la canción “You´re gonna be the one that saves” me, tú me salvaste y si hubiera sabido que iba a ser la última vez lo más probable es que todo hubiera sido igual, aún se recuerda tu aroma en el bosque, aún resuenan tus labios en mis ojos y tu voz en mi mente y con los últimos acordes vuelvo a ser adulto, no a quererlo ni a desearlo pero si a tener una vida, a pensar en el mañana, aunque a veces le guiño el ojo al pasado y te vuelvo a ver con tu vestido rojo, radiante como una estrella surcando el cielo que se abría por momentos con tu pelo negro, liso y frondoso sondeando el viento y atacando a mi corazón. Dónde quieras que estés “You´re my wonderwall”…

domingo, mayo 10, 2009

La Noria

Cuánto puede doler un sueño? Dónde se pueden perder los recuerdos para que no afecten al corazón, y cuando la noche se cierne encima de nosotros, un simple apretón de manos y una mirada sirve para ver que el cielo es inocuo, que el horizonte sólo es una mancha en la lejanía y que el lugar donde el mar y el cielo se juntan sólo es un símbolo, algo en lo que me gusta pensar sabiendo siempre que no es real. Subido en las alturas, en el ojo que todo lo ve girando como lo hace el mundo, y por una vez no oigo música, por un momento me olvido de mis palabras que tanto necesito para sentirme bien, pasan los minutos y en medio del vacío tu sonrisa cura mis heridas cerrando las brechas de mi corazón maltrecho, y entre tanta gloria, dos alas doradas me izan en el cielo eterno como en un sueño, como en el amor que es ese ojo de huracán que espera para desolar todo al instante, y entre tanta perdida, tú clara y cristalina, como en el sueño que no deja de repetirse. 

Ahora, tú sigues en aquel lugar, donde se juntan el cielo y la tierra, tan irreal y tan lejano, y yo, aquí de nuevo con mis palabras, buscando un alma que me llene de locura y de pasión, viendo como marcha la gloria a otro sitio, sin salvación y sin poemas que pueda gritar a la cara oscura de la luna, maldita Selene! si pudiera saltar más alto. Si pudiera ser como un Dios una sola vez para agarrarte con mis manos cansadas y ajadas y no soltarte nunca, muriendo en un abrazo que perdure toda la vida. Iluminando. Creciendo. Bendiciendo el camino que recorrimos para separarnos y con la luz de tu vientre en mis manos, con tu regazo inmenso en mis pensamientos y con la sensación de algún día volveremos a aquella noria y con sólo asirnos las manos y una mirada el mundo seguirá girando y unas alas doradas y cegadoras nos auparan de nuevo al cielo, para perdernos allá donde se juntan el cielo y el mar, allí donde me olvide de mis palabras, allí donde te pueda encontrar.


miércoles, mayo 06, 2009

Aquel día Dios tampoco apareció.

Soledad de los andenes

aún vagas por la estación de mi delito

mientras tu belleza me embarga

en lo triste y lo callado

de tu suerte.

 

Simples rutinas del corazón

encallan como el tren en el temporal

dejando atrás su océano,

de triste fierro,

de taciturno metal

y en la oscuridad de un negro vagón

la soledad de mi anden

varada entre tanto oleaje,

cautiva de su propio encierro,

vive sumergida en el equipaje

de un amor…

tan frío como el tren

tan duro como  el hierro. 


martes, mayo 05, 2009

El Primer Día.


Llega el momento de buscar respuestas, se acerca ese momento en que miras la oscuridad y te das cuenta de que no hay preguntas si no hay luz, y con la rutina del alba rotando por mi mundo enrevesado te encuentro luminosa y clara, bailando descalza con tu vestido rojo con la danza del amor recorriendo todo tu cuerpo, y en medio del otoño más frío de mi vida me acercas un poco de calor, entonces todo tiene claridad y me tocas, como si mi cuerpo fuera brayle  para tus dedos cegados por la pasión y, entonces, repito que todo es un sueño mientras tú me dices que es tu sueño, y como si fuera una condena vuelvo a respirar. 

Las respuestas aparecen en formas de recuerdo, abstractas e imprecisas, y tanto quedó por decir y tantos besos se quedaron a debito, y la vecina haciendo ruido de nuevo nos rompe el momento, nos miramos y sonreímos, cuanto añoraba esa risa, cuanto me cuesta decirte tantas cosas que nacen solas cuando las escribo. Es de noche y no paras de bailar, y el vino empieza a hacer efecto, te abrazo por la cintura y la noche se cierra ante nosotros, tú susurras que esto no acabe nunca, yo digo mañana será aún mejor y me vuelves a sonreír con esa mirada que derrite la hiel que cubre la caja donde guardé mi corazón, está hecho de retales ten cuidado y mientras me besas me estas robando el mes de abril como al hombre del traje gris. Suena el gran reloj y hay una pausa.

El rojo cae como cayeron mis ojos dejando paso a la luz de la fina piel morena y eterna, cesaron las sonrisas, se encontraron las miradas y el silencio se hizo presente como se hace presente todo en la vida, repentino y añorado, después todo cambió, un beso bastó para decir te quiero, un abrazo que duró algo más que toda la noche sobró para confesar todos mis pecados al Dios creador y un amanecer en otro país me hizo comprender que la respuesta está siempre en el corazón, que el miedo sólo es lluvia que cae de vez en cuando, que amar es el privilegio del ser humano, que vivir es imaginar y soñar es todo al mismo tiempo…

martes, abril 28, 2009

El Guardián de tus recuerdos.

Soy el guardián de tus recuerdos, el vigía de tus sueños, soy el que vela tu noche, guardando la puerta de los desvelos, de tu letanía, acariciando a la madrugada para que la nocturnidad de tu lecho te abrace con dulzura y cariño. Soy el guardián de tus sueños, cancerbero de lo onírico, siempre vagando entre lo real y lo irreal para guardarte de los monstruos que amenazan en el fondo del armario, siempre miro debajo de la cama y aguardo a que duermas mirándote incansable. Soy el centinela en tus sábanas, quien te abraza cuando tienes frío y abre la ventana si padeces calor, soy el creador de tus fantasías con el polvo de las musas de la imaginación creando bellos mundos azules y verdes donde puedas descansar tu mente cuando duermes, soy el primer aliento cuando despiertas, el que cierra la puerta de los países extraños a los que viajas. 

Yo, soy el guardián de tus recuerdos, me enfrento a grandes dragones y poderosos enemigos cada noche para que nada perturbe tu descanso, soy el que enciende la luna y las estrellas para que te iluminen en el viaje. Yo, soy el vigía de tus sueños, vivo en la penumbra y te beso en la frente justo antes de despertar para salir por la ventana cuando el alba asoma la cabeza. Yo soy el guardián de tus noches, y con mi espada defiendo tu corazón de cualquier dolor noctámbulo. Yo soy el príncipe que siempre te rescata en el último momento, soy Romeo saltando a tu balcón con bellas palabras, soy el bohemio artista que te dibuja desnuda a la orilla del Sena, soy el alegre argentino que te seduce bailando un tango en una playa desconocida, soy el caballero que sobrevive a un fiero duelo por tu amor, soy el guardián de tus recuerdos

domingo, abril 19, 2009

Pelo Rojo, Esperanza Roja


Las noches trascurrían vivas, llenas e infinitas, todo parecía eterno, todo era etéreo, cristalino, tu pelo teñía con su rojo el cielo constipado de estrellas luminosas y grandes, sonaba Elvis en el coche, y con su Love Me Tender nos metíamos mano con la indecencia de quinceañeros, el verano nos abrasaba la piel y la desnudez nos hacía vibrar en el río, todo era perfecto, tus ojos gritando al cielo y tu risa recorriendo las calles vacías, yo me sentía inmortal al tocarte y parecía volar en espiral con cada beso, tú, tremenda y guapa, tan bella que a cada momento que pasaba me parecía verte levitar, alzándote hacia tu olimpo como una diosa griega. Eran días que ahora recuerdo sin poder evitar llorar de amargura, verte sonreír era el oxigeno y los paseos, las noches tumbados en la hierba era el agua, no hacia falta comer sólo vivir en tus caricias, mirarte desde lejos y sentir que el mundo giraba en la palma de mi mano, y a cada lágrima se le unía un suspiro, una esperanza de que todo era posible, de que la esperanza existe más allá de lo que nuestra mente podía imaginar. Y cuando nuestra piel se hacía una, el cielo y la tierra se disolvían en uno con el cántaro mágico de Iris y sus alas doradas, veíamos el océano en la panza de una piedra y el amor en cada esquina y los besos en cualquier sitio, retozar en la playa y la arena en los bolsillos, todo valía, todo era posible, después llegó el nubarrón y todo se fue con la lluvia. 

Ahora el tiempo ha pasado, la desidia a hecho estragos y todo es gris, ahora que ya he perdido el pelo y que mi corazón pasa sus días en el inem, ahora que sé que mi alma también puede llorar y que lo que es uno siempre puede volver a ser dos, ahora que ya no tengo tu cabellos rojizos, el caoba perfumado a hierba y a risas, al azahar de los naranjos y al rosa del melocotón, ahora que no me quedan versos y que agotaste toda la poesía que había en mí, ahora que el alcohol ya no me puede enseñar nada y que la noche se volvió mi enemiga, ahora que tú ya no estás, ahora que sé todo eso, ahora, que sé, que ya no hay esperanza, que en realidad, la esperanza nunca existió, que todo fue como un sueño, algo onírico, que nada existe y lo real nunca lo es, y que la esperanza sólo fue a lo que me agarré para sobrevivir, sólo fue roja esperanza.   




Desde que llovió la nube nunca se fue, sigue sobre mí y sólo me queda recordar las cosas buenas porque las malas las sigo viviendo una y otra vez, una y otra vez, como una pesadilla incansable en la que nunca despierto, y sólo despierto cuando vienes a verme, descolgándote del techo por las cortinas como un fantasma, con tu vestido rojo a juego con tu pelo y con el marrón de tus ojos invadiendo mi cama como un ejercito rabioso, te acuestas a mi lado y me vuelves a acariciar con tus manos gélidas, me estremezco y te vuelvo a añorar, te pasas la mano por el pelo y veo la cinta que te regalé, aquella cinta roja que siempre llevaba atada a mi guitarra, te recoges el pelo con ella como lo hacías antes y me vuelves a seducir, porque dejaba tu cuello al descubierto y siempre sonreías cuando yo te miraba, y entonces dejas tu caer tu cabeza en mi pecho y ríes y cuando soy más feliz despierto y empieza a llover de nuevo en mi habitación, empapado, con el corazón calado hasta los huesos y el alma en cueros vivos ya no te encuentro, miro la guitarra y la cinta roja no está, entiendo que te fuiste y mi esperanza, mi roja esperanza se fue contigo. 

miércoles, abril 15, 2009

Adios Chache.

Hoy se ha ido Pascual, hoy se ha ido mi chache Pascual, es duro decir que a mí no me duele porque soy de los que piensan que ha ido a un sitio mucho mejor. Pero mucha gente, porque era muy querido, lloraba sin parar, las rostros eran desgarradores, retorcidos de dolor pensando en la ausencia que ahora se hará mucho más pesada. Durante todo el día he intentado mantener la calma, guardar el dolor pero ha sido muy díficil y cuando he roto a llorar en la omilía me he acordado de él, no como estaba en el hospital, ni siquiera ahí tendido en esa fría caja de madera sino como era él, con una sonrisa tan contajiosa que hasta los sordos se reían a su lado, pasará lo que pasará te recibía sonriendo incluso estando enfermo enconjía sus hombros y te sonreía. No era un santo, pero si era buena persona. Y hasta a la hora de irse me ha contagiado su sonrisa, incluso cuando le daban sepultura, el cielo negro y el sol se han juntado para que el arco iris asomara por la puerta de su panteón, y eso solo lo podía hacer mi tío, y no me quedaba otra que reirme y sonreir y ahora recordar como era y como me hacía sentir cuando sonreía. 


Pascual Saorín Saorín.   Descanse en Paz. 

sábado, abril 11, 2009

El Andén

Siempre hay días para sentirse bien, siempre hay días para ser feliz y siempre hay días para estar triste, sin motivo, sin nada que indique, sin un por qué o quizás si hay un motivo pero es mejor dejarlo en el fondo donde la oscuridad lo tapa todo y donde siempre hace frío. Hoy es uno de esos días, el cielo está gris, un gris tan hermoso, un perfecto día de lluvia, pero hoy hubiera preferido sol, hoy me pone triste ver el tintineo del agua en las ventanas y empiezo a sentirme como una gota que cae al océano y se pierde en la multitud del agua salada. Así me siento,  así vivo, unos días bien y otros cansado de ver el mundo pasar, invisible e imperceptible como una gota de lluvia en un mar salado, y cuanto más personas veo y con cuanta más gente estoy más solo me encuentro, a veces pienso en saltar y coger todo aquello que necesito de este mundo pero entonces viene el vacío, la nada imperecedera y casi cuando rozo con mis dedos aquello que quiero empiezo a caer una y otra vez. Despierto de nuevo en mi habitación e intento acallar las voces con mi guitarra pero no resulta. Con cada canción viene la paz a mi orilla pero al terminar el mar vuelve a su sentido originario y la soledad vuelve a mí dejándome sólo el olor a sal. Muchas veces canto una canción sobre un andén de tren, un andén que lleva cien años viendo pasar un tren tras otro y él siempre queda quieto, inmóvil e inmutable día tras día, conociendo gente que nunca vuelve y otra que ve de vez en cuando, pero nadie se queda con él, nadie piensa en él, algunas veces da cobijo a quien pierde su tren pero siempre acaban marchándose en el próximo. Ese soy yo, soy el andén que ve pasar su tren todos los días pero cuando lo cojo siempre está vacío, después de unas horas viene mi parada pero siempre es el punto de partida. Y cuando esto pasa. Cuando todo esto ocurre la lluvia me pone triste, la gente me abraza y yo me pongo a llorar y quiero estar solo sin comprender que aunque no estoy solo siempre me siento así. Invisible, imperceptible e inexistente. A veces como una sombra, a veces como un andén de tren que ve como la vida coje un tren tras otro dejándome a mí atrás.

miércoles, abril 08, 2009

Llegó Abril.

Dos frases: “llega Abril” y “llámame, te quiero escuchar”. La primera pertenece a Don Miguel Ángel Ortega Lucas, un gran amigo y un gran escritor. La segunda pertenece a una canción de La Fuga que se titula “Por Verte Sonreír”. Si juntamos todo queda algo como llega abril, llámame, te quiero escuchar. Leí en la vela y el vendaval un post que me llenó de optimismo. A Elton se le ha ido la vena melancólica, a mí aún me queda para rato. A los pocos que me leéis y a los muchos que entráis miráis dos frases y pasáis a otra cosa, estamos en Abril. A mí hace tiempo que me robaron este mes a vosotros aún os queda esperanza, a mí aún me suena el despertador con una melodía triste y odiosa, pero es Abril con mayúsculas y a medida que me hago más mayor, que no más adulto, este mes se me hace más sombrío. 



Es primavera y parece que veo el mundo de otra manera, me paro en el verde, huele a flores y las mujeres despiden un olor diferente, será la química del organismo o será que yo quiero pensar que toda la magia de primavera es cierta, que el amor anda escondido por las esquinas buscando adolescentes despistados a los que abordar de una manera incontrolable. La primavera, tiempo de sol, tiempo de hermosas mujeres que sacan a relucir el brillo de sus piernas, tiempo para ir al parque a leer, tiempo para susurrar poemas al oído, de hacer el amor debajo de un olivo con la luna de testigo, de llenarse el ombligo de arena en una playa con la madrugada de carabina. 

Pero la primavera termina por irse y ¿el amor con ella? Qué pasa con los adolescentes, qué pasa con el calor insufrible en la sangre, qué ocurre con esa mujer que pasa por tu lado y te deja ese aroma de diosa griega en tu olfato necesitado de aromas en la almohada. Yo prefiero el invierno, prefiero las noches largas y los días cortos, prefiero que una mujer pase frío porque así puedo abusar de mis abrazos, aquellos que cada vez me cuesta más dar a cambio de nada, prefiero las mantas en la cama que el sudor de las sábanas. Prefiero Enero o Febrero antes que Abril. El invierno tiene la lluvia en los cristales y la nieve en los tejados, el chocolate caliente, la cocina de leña y el frío en los pies, te puedes perder en las noches de invierno, puedes querer y olvidar en invierno, que te pongan las manos frías en la cara y jugar con el vaho de la respiración, prefiero el invierno porque nada ocurre en invierno si tú no quieres que ocurra, en primavera el amor viene pero pronto se va, pero claro yo qué puedo saber sobre estos temas. 

Recuerda

Lo que diferencia al ser humano de cualquier otra especie son los recuerdos, el ser humano es el único que tiene en cuenta el pasado, lo utiliza para mejorar, lo conmemora, lo venera y hasta lo ama:

"Recuerda, recuerda aquellas noches de verano en las que saltaba tu balcón para dormir a tu lado, cuando la noche se volvía de un color malva y rosado y enterrábamos nuestros recuerdos bajo el mar cristalino y salado, y se reflejaba la luna en tus ojos tan negros con mi alma. Recuerda aquel paseo y aquella despedida, recuerda tu mano apretando la mía y la lágrima oscura que cayó recorriendo tu mejilla como tantas veces lo hicieron mis dedos durante aquel verano. Recuerda tu mirada detrás de aquella ventanilla, recuerda todo y nada, recuerda tu regazo caliente y como le levantamos la falda al cielo en una noche tan gris y tan opaca que ni nuestra respiración se transparentaba entre el aire cargado de sal, recuerda los acordes de mi guitarra y la armonía de tu voz cuando me cantabas aquello de al alba, amor mío al alba. Recuerda, tus manos blancas y aquel piano que no sonaba sino que hablaba, que nos hablaba de amor y de caprichos, de futuro y de presente. Recuerda cuando me dijiste adiós, cuando me diste el último beso, recuerda cuando dijiste que me querías y cuando yo sonreí por última vez, recuerda los versos de Neruda y las canciones de extremoduro, las cervezas al medio día y el brugal en la noche. Recuerda. Y ahora, después de tanto sin recordar apareces, para cantarme de nuevo aquello de al alba, para que te llene tus noches de cielos malvas y de versos de Neruda, ahora después de olvidar pretendes que recuerde pero el piando hace mucho que dejó de hablar y ahora sólo suena canciones de olvido, mi guitarra ya no toca acordes de verano y mi corazón hace ya mucho que no coge vacaciones porque hace mucho que se quedó en un invierno eterno. Y ahora pretendes que salte de nuevo tu balcón cuando te olvidaste de abrir la ventana para que entrara el aire con olor a sal. E enfrió tu regazo y se murió el capricho del amor y aunque aún suenan las canciones de extremo ya no suenan contigo. Pero siempre  puedes recordar, porque nada está perdido, siempre hay una puerta, una esperanza y un remedio, siempre puedes seguir recordando y dar un portazo a la verdad, porque puede ser que un día la realidad llame a tu puerta y te encuentre en camisón, con la cama desecha y el café en el fuego, y quizás la despedida deje de ser un error, el adiós deje de existir y todo fuera como si nunca hubiera pasado. 

domingo, abril 05, 2009

Ana


Hay muchos días en los que no puedo escribir, hay días que no sale nada de mí, que no ocurre nada o que simplemente la rutina me adormece la mente, la inspiración o cómo quiera que se llame el sitio de donde salen mis letras; pero entonces ocurre, ese momento mágico en el que sales del sopor, mejor dicho, en el que alguien inesperado te saca de él.

Ahí me encontraba, casi sólo, ensimismado en mi mundo, quizás pensaba en por qué no podía escribir o en lo aburrido que estaba y lo cansadas que habían sido estas últimas semanas, no distinguía las caras, solo unas luces, una mancha de colorido indescriptible y unas pupilas dilatadas que navegaban por mi mundo intrincado y a veces maravilloso, pero siempre solitario, y entonces la magia. En un segundo todo cambia y alguien se mete en tu mundo donde vas a olvidar para agarrarte bien fuerte y llevarte al suyo.

Entró como un huracán, devastándolo todo a su paso, arrasando mis defensas fortificadas a base de dolor y soledad, derribando muros impenetrables sin el menor esfuerzo y dentro de mi asombro veo su mechón de pelo ocultando uno de sus ojos y el otro visible, clavándose en mi subconsciente como una antorcha ardiendo, caliente y dolorosa, derrochando más belleza por aquel ojo de la que había en todo el lugar. Me vio, triste, sólo, casi derrumbado y me rescató, me acercó su mano, lo justo para poder oler a mezclas de tabaco y ron, el perfume del amor (para mí, claro). Alcé la mirada y me encontré con ella como quien se encuentra un cometa sobrevolando el cielo en una noche de verano calurosa y eterna, el mundo giró más deprisa y más deprisa, o quizás fue mi corazón el que se aceleró y de repente me dio la última estocada, me sonrío, sonrío como quien ve nacer a alguien, como quien se enamora por primera vez, como quien se despierta con el calor de un minúsculo rayito de sol en la mejilla, como quien abraza a alguien de madrugada, como quien roba un beso debajo de una farola en un día de lluvia, como quien… Los destellos de su sonrisa me encandilaron, y el brillo de sus ojos me calmaron y por primera vez en mucho tiempo no tuve nervios, el candor que emanaba me calmaban como un lexatín con vodka (esto va por ti pequeña), y me sentí feliz, con ella, por dos minutos de conversación, por unas risas que me devolvieron a la vida, por un chupito de Matusalén estupendo, por verte bailar y por un recuerdo que me acompañará durante mucho tiempo… Y ahora…Ahora como siempre a escribir, y a cada letra dolor… dolor de no haber preguntado más… de saber sólo un nombre en un mundo tan grande… y a seguir escribiendo pedacitos de mí… y a seguir buscando que alguien como tú aparezca… y que nunca más se valla… Y ahora a seguir escribiendo… tan solo con un nombre en un mundo tan grande…

sábado, marzo 28, 2009

Sueños.


Trabajar de noche tiene estas cosas, que duermes de día, fácilmente pueden ser las seis de la tarde y seguir durmiendo, yo acabo de despertar. Despierto con una sensación que hacía tiempo que no sentía, bienestar en todo mi cuerpo, con una sonrisa tan dulce como agradable y empapado en sudor. Por un segundo todo se había hecho tan real que casi lo podía sentir, justo en el momento que uno abre los ojos y recuerda el sueño, que a veces se confunde con la realidad, estabas ahí, en mi cama abrazada a mí como hiciste tantas veces hace tiempo, podía oler tu pelo de una manera tan realista que aún tengo tu aroma en mi nariz, acariciar tu piel en la zona baja de la espalda donde tienes el tatuaje, porque ahí la sensación de tu piel es diferente, es única. Sentir como se eriza todo mi cuerpo al surcar una pequeña parte de tu cuerpo, como todos mis puntos nerviosos se descontrolan y me elevan a un nirvana desconocido y extraño pero cariñoso. No sé si estaba dormido o despierto, quizás ni lo uno ni lo otro, puede ser que perdido en la zona que vagas entre lo onírico y lo real, done aún puedes ver el sueño con claridad a sabiendas de que un minuto más tarde no recordarás nada o casi nada, lo cierto es que a la hora de describir esto me dejo muchas cosas atrás que no recuerdo del sueño. Es posible que ahora ande algo confundido por el sueño, pero lo que puedo decir es que este sueño me ha trasportado a tiempos pasados en que me sentía especial, en que era alguien, muy diferente a como soy ahora sí, pero alguien que era muy feliz pese a todo. Ahí estabas tú, con lencería negra tendida en mi cama y sonriente, sudorosa, habíamos hecho el amor como lo habíamos hecho tantas veces y yo te pedía que me cantaras al oído como lo hice aquella vez en aquel pequeño trastero en las alturas del cielo; en esa época con quererse bastaba, ahora todo es diferente, ahora no basta el amor, ahora se necesitan muchas más cosas que yo carezco. Al rato, nos quedábamos en silencio, bajo la penumbra de la tarde y yo te decía que todo había sido por ti, que el cambio fue por ti, que quien soy ahora fue por ti y tú renegabas, yo te decía que callases, calla peque, cállate, porque todo fue por ti pero tu amor por mí duró dos meses y todo cambió, entonces todo fue por mí, cambié por mí, ahora soy mejor persona, aunque siempre algo de eso fue por ti. Quizás si te hubieras molestado en conocerme, quizás si le hubieras dado una oportunidad a mi pobre corazón, quizás estarías orgullosa de quién soy y en quien me he convertido. Después de decirte esto me besas, con tanto amor que casi me haces daño, medio llorando me dices lo mucho que me quieres y por fin despierto. Vuelvo a lo real y aunque sé que el sueño continúa no consigo recordar nada.

Después vuelvo a la realidad, me despejo y en el espejo me pregunto qué ha pasado, por qué ese sueño y por qué ahora, quizás porque eche de menos el sentirme tan especial como era en antaño, o quizás por qué recordar un viejo un amor siempre es gratificante, o quizás, simplemente porque sí. Pasados unos minutos vuelvo a la cama y me quedo unos minutos recordando viejos momentos que me llenaron de juventud y gloria, recordé el tatuaje, recordé el olor de su pelo, su risa atípica pero contagiosa, su manera de estornudar, sus pies tan pequeños, sus ojos de gata y lo que le gustaba que le rascaran la espalda, su forma de mirarse en el espejo y lo preciosa que estaba cada vez que se enfadaba, pero después volví a la realidad, a que no esperó, a que me recordó durante dos meses, a que me cambió como quien cambia una camisa vieja, quizás no me quiso nunca, quizás simplemente fui un pañuelo cura fracasos que duró mucho tiempo, quizás hay personas que se olvidan del amor como quien se olvida las llaves, no lo sé. Yo lo que sé, es que una parte de mí se fue con ella aquel día de aquel piso y que sólo vuelvo a tenerla cuando me visita en estos sueños.