sábado, marzo 28, 2009

Sueños.


Trabajar de noche tiene estas cosas, que duermes de día, fácilmente pueden ser las seis de la tarde y seguir durmiendo, yo acabo de despertar. Despierto con una sensación que hacía tiempo que no sentía, bienestar en todo mi cuerpo, con una sonrisa tan dulce como agradable y empapado en sudor. Por un segundo todo se había hecho tan real que casi lo podía sentir, justo en el momento que uno abre los ojos y recuerda el sueño, que a veces se confunde con la realidad, estabas ahí, en mi cama abrazada a mí como hiciste tantas veces hace tiempo, podía oler tu pelo de una manera tan realista que aún tengo tu aroma en mi nariz, acariciar tu piel en la zona baja de la espalda donde tienes el tatuaje, porque ahí la sensación de tu piel es diferente, es única. Sentir como se eriza todo mi cuerpo al surcar una pequeña parte de tu cuerpo, como todos mis puntos nerviosos se descontrolan y me elevan a un nirvana desconocido y extraño pero cariñoso. No sé si estaba dormido o despierto, quizás ni lo uno ni lo otro, puede ser que perdido en la zona que vagas entre lo onírico y lo real, done aún puedes ver el sueño con claridad a sabiendas de que un minuto más tarde no recordarás nada o casi nada, lo cierto es que a la hora de describir esto me dejo muchas cosas atrás que no recuerdo del sueño. Es posible que ahora ande algo confundido por el sueño, pero lo que puedo decir es que este sueño me ha trasportado a tiempos pasados en que me sentía especial, en que era alguien, muy diferente a como soy ahora sí, pero alguien que era muy feliz pese a todo. Ahí estabas tú, con lencería negra tendida en mi cama y sonriente, sudorosa, habíamos hecho el amor como lo habíamos hecho tantas veces y yo te pedía que me cantaras al oído como lo hice aquella vez en aquel pequeño trastero en las alturas del cielo; en esa época con quererse bastaba, ahora todo es diferente, ahora no basta el amor, ahora se necesitan muchas más cosas que yo carezco. Al rato, nos quedábamos en silencio, bajo la penumbra de la tarde y yo te decía que todo había sido por ti, que el cambio fue por ti, que quien soy ahora fue por ti y tú renegabas, yo te decía que callases, calla peque, cállate, porque todo fue por ti pero tu amor por mí duró dos meses y todo cambió, entonces todo fue por mí, cambié por mí, ahora soy mejor persona, aunque siempre algo de eso fue por ti. Quizás si te hubieras molestado en conocerme, quizás si le hubieras dado una oportunidad a mi pobre corazón, quizás estarías orgullosa de quién soy y en quien me he convertido. Después de decirte esto me besas, con tanto amor que casi me haces daño, medio llorando me dices lo mucho que me quieres y por fin despierto. Vuelvo a lo real y aunque sé que el sueño continúa no consigo recordar nada.

Después vuelvo a la realidad, me despejo y en el espejo me pregunto qué ha pasado, por qué ese sueño y por qué ahora, quizás porque eche de menos el sentirme tan especial como era en antaño, o quizás por qué recordar un viejo un amor siempre es gratificante, o quizás, simplemente porque sí. Pasados unos minutos vuelvo a la cama y me quedo unos minutos recordando viejos momentos que me llenaron de juventud y gloria, recordé el tatuaje, recordé el olor de su pelo, su risa atípica pero contagiosa, su manera de estornudar, sus pies tan pequeños, sus ojos de gata y lo que le gustaba que le rascaran la espalda, su forma de mirarse en el espejo y lo preciosa que estaba cada vez que se enfadaba, pero después volví a la realidad, a que no esperó, a que me recordó durante dos meses, a que me cambió como quien cambia una camisa vieja, quizás no me quiso nunca, quizás simplemente fui un pañuelo cura fracasos que duró mucho tiempo, quizás hay personas que se olvidan del amor como quien se olvida las llaves, no lo sé. Yo lo que sé, es que una parte de mí se fue con ella aquel día de aquel piso y que sólo vuelvo a tenerla cuando me visita en estos sueños.

miércoles, marzo 25, 2009

Adiós

Adiós. Así sonó. Simplemente adiós. Siguió sonando una y otra vez sobre la acústica de aquel lugar. La estación de tren estaba casi vacía. No llegué al aeropuerto, me quedé en semifinales porque no daría la talla, casi nunca la doy. Adiós. Sigue sonando como miles de destellos reflejándose en un espejo dentro de mi cabeza. Adiós, sonó después de un beso que duró más de quince minutos y un abrazo que creo aún dura; y después, sólo quedan mis palabras escritas en este papel. Pasó un día y aullé a la luna como un loco pidiéndole que me envolviera entre sus brazos de luz y me acunará como a un bebe mientras conciliaba el sueño, pero mis pies nunca se movieron del suelo. Después de una botella del ron mágico creí verla paseando entre los árboles del bosque como el primer día, con su pelo rizado y sus ojos mirándome fijamente mientras se apretaba el labio con sus dientes; ¿y ahora qué? El tirante le caía del hombro y su pelo lleno de bucles ardía sobre la madrugada, atados con la cinta roja que me robó una noche del mástil de mi guitarra. Se paró el tiempo y sonó un adiós. ¡Maldita sea! Sal de mi cabeza. Seguía caminando descalza entre las brozas y la maleza sin hacer ruido, las pupilas se me dilataban y todo era tan real, sus piernas brillaban, reflejaban la luz de la luna mientras mis compañeros seguían aullando como lobos enfermos y enajenados, yo comencé a perseguirte pero nunca te alcanzaba, siempre a punto, no lo logré. Volvió a sonar el último adiós y te desvaneciste como un fantasma y yo me puse a llorar como un crío, borracho, pero como un niño que se ha hecho mayor de golpe.

Han pasado varios días y no sé cómo ando tan sereno, han pasado muchos minutos sin ti a mi lado, y qué quieres mi mundo no se ha paralizado, el corazón no me oprime y mis pulmones cogen todo el aire que pueden. Pero. El pero es, que te echo de menos, más de lo que nunca hubiera imaginado, que no estoy echo polvo pero veo tu cara cuando cierro los ojos, que pienso en ti a cada instante y que mi estomago se llena de nervios cuando suena el móvil y mi corazón de tristeza cuando veo que no eres tú. Lo cierto es que a tu almohada ya se le ha ido tu olor de tanto abrazarla, la verdad es que la cafetería está oscura y tenebrosa sin ti detrás de la barra, e incluso el brugal sabe menos dulce si no lo sirves tú con la eterna sonrisa y con la luminiscencia de tus ojos cautivándolo todo. Lo único cierto y verdadero es que no estamos juntos pero estamos unidos. Y vuelve a sonar un adiós, y cada cierto tiempo vuelve a sonar, palabra que ya me acompaña en mi día a día: no estamos juntos pero estamos unidos.

viernes, marzo 20, 2009

El sol se pone

El sol se pone, llegaba la noche y con ella la sospecha de que todo no había sido un sueño, de que todo había sido real, de que el adiós resonó por todas las calles y su tono de voz vibró pared por pared recorriendo aceras, subiendo escaleras hasta lo más profundo del cielo y, en lo alto, se volvió a perder como un suspiro estridente y atronador adormeciendo la noche en una calma infinita e ilegítima. Carlos paseaba por la ciudad, veía la televisión e intentaba estudiar. María seguía sonriendo, seguía viviendo. Carlos soñaba, recordaba las promesas de amor que se hicieron para siempre. María olvidaba y encontraba en otra piel lo que Carlos le dio una vez, calmaba su soledad, simplemente vivía. Carlos sobrevivía anclado en las promesas, en todo lo que fue, y ya nada es lo que era, mientras el color del día cambiaba y volvía a cambiar se perdía intentando ponerle una palabra a lo que sentía, intentando poner su cara y su corazón a los brazos que ahora abrazaban a María.

Ya nada es lo que era, todo era para siempre y el siempre pasó a ser un adiós inverosímil, una idea remota que se hizo posible con una sonrisa, un beso en la mejilla y los brazos de otro hombre. Qué clase de sortilegio, qué conjuro horrible, pensó Carlos mientras la imaginaba sintiendo los besos, el roce de unas manos que no eran suyas, y aún no lo podía creer, que el amor fuera finito, que su historia tuviera fin si nunca tuvo principio. Acostado, mirando al techo pensaba, volvía a recordar que en esa misma cama, en aquel mismo lecho que vio tanto amor se hicieron promesas que el viento rompió como rompe la calma. Apagó la luz, se tapó con la manta y se durmió, y en su sueño siguió sin creer que lo que estaba pasando, impotente, rabioso y dolido, y sabiendo que al día siguiente, cuando despertara, seguiría sin creer…


Gracias a Carlos por una historia tan bella como triste.

miércoles, marzo 18, 2009

Junto a las oliveras,

Era una de nuestras primeras noches, entre caricias y besos, calores y una pasión desatada, ya buscábamos nuestro sitio en el mundo, un lugar nuestro, para nosotros, donde el tiempo no pasara y la luna nos acunara en su regazo mientras nos amábamos con ardor y violencia. Hartos de corretear por las calles persiguiéndonos como enfermos, buscando la droga que sólo encontrábamos en la piel del otro. Cansado de mirarte y no poder tocarte, cansado de desearte como quien desea un tesoro. Buscamos nuestro sitio bajo las oliveras, aún recuerdo con paciencia febril y deseo carnal nuestras noches allí, el sabor de tu vientre cálido, tu boca sinuosa y triste y tus labios ardientes como el averno. Es como si te estuviera viendo ahora mismo tendida en aquella manta con el olor de la oliva madurando aún en mi retina y tú tan hermosa como una diosa griega, acurrucada entre mis brazos, deshaciéndote en cada caricia, derramando tu cariño en cada sonrisa, con la mirada tierna y la piel tan suave como un abrazo. Hartos de buscarnos una noche de primavera encontramos nuestro sitio, para ti y para mí, sólo nuestro. Al fin lo teníamos, pero todo quedó atrás, se nos olvidó el amor, se nos pasó seguir besándonos, se nos olvidó ir a nuestro lugar secreto con la manta, las oliveras, la luna y su regazo y los cariños de enamorados, todo se perdió.
Hoy he vuelto a pasar por allí, resulta que todo lo van a quitar, tirarán las casas, arrancarán las oliveras y construirán algo, quizás un parque, quizás un bloque de pisos, quizás no lo sé, pero me he alegrado de que ese lugar desaparezca, si ya no voy a volver contigo, escuchando tus carcajadas, si ya no queda amor en aquellas oliveras prefiero que mueran y se pierdan, como se perdió todo lo demás, prefiero que todo se quede en un recuerdo, recuerdo que se quemará a su debido momento. Ahora busco también mi lugar, un lugar para mí sólo, donde el amor no llegue y nadie me defraude, donde todo sea bonito cuando cierre los ojos y el cielo cambie de color cada media hora, donde piense en una flor y aparezca de repente, donde haga calor si tengo frío y haga frío si tengo calor, donde llueva constantemente una lluvia de sabores, a chocolate y sal, a limón y naranja; un sitio que esté lejos de ti y lo más cerca de mí que pueda, y no es rencor se llama olvido…

lunes, marzo 16, 2009

Una imagen del pasado


Hace poco te volví a sentir, hace muy poco que te volví a ver, no quería escribir sobre ti, no lo mereces, y la mayoría de cosas las detesto porque ya casi no te soporto, soy sincero, no es un delito olvidar y menos olvidarte a ti, pero yo no elijo lo que escribo, mis letras son tan independientes que casi ocupan todo mi ser, son tan libres que me dominan y no tengo más remedio que someterme a ellas, pero no estoy conforme por escribir ni una coma sobre ti.

Te volví a ver, o eso creo, parecías tú ¿o no? Ya casi ni te reconozco, ya casi ni te recuerdo o no te quiero recordar (las gallinas que entran por las que van saliendo). Tenías el pelo cambiado, el castaño te sienta bien, sabes bandida que siempre me gustaron las mujeres de pelo castaño, pero aunque odio a las rubias contigo nunca me importó. No era tu cara, tu rostro estaba cambiado para tan poco tiempo, pero eran tus gestos, esa forma de andar era la tuya, siempre captando mis ojos con tu contoneo serio y desatado al mismo tiempo, me hizo recordar muchas cosas buenas, días en los que creía en otras cosas y pensaba que el amor era diferente, días en los que tu cuerpo era como un templo y mis besos una oración, tiempos en los que el dolor no importaba si tu curabas mis heridas, una época en la que sólo importaba quererse y después llegó la gran oscuridad. Seguías caminando, del brazo de otro por supuesto, pero no me importó. Estornudaste, ese estornudo te delató, supe al instante que eras tú porque esas cosas nunca se olvidan, suena mal, pero al estornudar siempre te ponías preciosa con una belleza increíble y ese día volvió a pasar.

Después seguiste tu camino y yo el mío, no sentí dolor, mi corazón permaneció inmutable y el mundo siguió girando, sólo me trajiste recuerdos de una época que, pese a todo, guardo en una caja con mucho cariño; pero, también hay que decir que después de una gran oscuridad, o mejor dicho, cuando te envuelve una gran oscuridad, si sigues, si caminas hacia delante, si no te anclas y avanzas con todas tus fuerzas al final terminas por encontrar una luz, que será pequeña pero termina por ser muy grande. Ahora mi vida es el Rock and Roll (es coña), ahora mi vida son muchas cosas de las que no tienes idea ni quiero que tengas, cosas que me hacen feliz y ser la persona que no pude ser a tu lado, sólo espero que tú seas también la persona que fuiste una vez y no en quien te convertiste a mi lado, tequila bebe el barquero pequeña.

lunes, marzo 09, 2009

Soñar, despertar y desear olvidar.


Nace el día, se muere la noche y con ella el sueño. Queda el recuerdo de lo vivido en la nocturnidad de mi cama, me desperezo, la sed me aprieta la garganta y al dar la vuelta el olor de otro cuerpo en el colchón atenaza mi olfato. Toco la almohada y anda sudada, me incorporo y un suave mareo me hace girar en sentido contrario al mundo y, entonces, aparece como un rayo, un impulso eléctrico que azota mis neuronas con violencia y vuelve el recuerdo de un sueño tenido. Se unen mi consciencia con mi subconsciente, mi mente se hace una con la realidad y lo irreal, y mi corazón se desangra como si le hubieran clavado miles de agujas una detrás de otra. Soñé contigo, con tus pequeños ojos marrones mirándome en lo alto de una montaña, vi tus manos rozándome el cuello en un desierto donde no hacía calor, y la arena era fría. Me besaste en un glaciar con nieve azul y verde, y que olía chocolate; vagaba por el sueño corriendo detrás de ti pero siempre escapabas de mí, pasabas de bosques amarillos a océanos salados de agua roja, saltabas por la luna de un lado a otro susurrando mi nombre mientras yo sentía como me ahogaba sin aire. De pronto aparecíamos en Roma sin coliseo, en París sin su torre o en Venecia con carreteras, sin agua, sin canales. Veía a través de ti, la trasparencia de tu vestido, y mientras mi amor se desagarraba de mi piel con un dolor insoportable te quedaste quieta. Inmóvil, imperecedera, hermosa, bella, inagotable y linda, y en un segundo dijiste adiós. Un adiós que fue como un alud de sentimientos que me sepultaron bajo una capa de nieve ardiente y dolorosa; y desperté.
Reconocí el olor en mi cama era el tuyo; reconocí tus ojos en el sueño eran los tuyos; reconocí todo lo que me llevaba a ti, y al terminar de recordar quise olvidar, porque sabía que todo había terminado sin tan siquiera empezar; quise olvidar que no quemar, el recuerdo de aquel sueño tan triste como hermoso, quise borrarte del mundo y encerrarte en mis sueños, así quizás ya no me volvería a sentir tan sólo, quizás le hubieras dado una triste oportunidad a mi viejo y magullado corazón, quizás te hubiera enseñado a sentir cosas que sólo yo puedo ver, cosas que yo sólo puedo sentir, quizás te hubiera enseñado a volar sin caerte o, quizás, te hubiera enseñado mi lugar secreto, te hubiera mostrado mi playa y las rocas donde viven los cangrejos y cuando golpea el mar es como si las nubes dijeran tu nombre. Pero. Siempre pero. Pero no habrá playa, ni habrá oportunidad, ni madrugadas en tus labios, ni ojos pequeños, ni olor en mi colchón ni habrá nada, tan sólo quedará éste sueño y el deseo de querer olvidarlo.


"El amor es la piedra que Sisifo empuja, el mundo el cascabel de un gato asustado, nadie nos avisó que amar es doler que crecer es aprender que para regresar y para casi todo es tarde y aquello que no fue nuestro más leal amante..."

viernes, marzo 06, 2009

Mi Querida Lisboa II

Sólo había pasado una noche en la ciudad pero era como si sintiera que hubiera vivido allí toda la vida, como si hubiera vivido en ti toda la vida. El alba comenzaba a despuntar y el vestigio de los olores de la noche lusa se infiltraban en la habitación como un torrente de sensaciones inesperadas. Desperté. Entre sudor y pesadillas, creyendo que todo era un sueño, que mi cama estaba vacía, que mi corazón estaba parado, que el día no existía y la noche se había marchado junto a tu recuerdo. Al abrir la ventana todo se hizo realidad, Lisboa aparecía ante mí majestuosa, solemne y bella como la flor que se abre en la primavera desconsolada, aspiré fuerte y absorbí lo embriagador del momento, pero ¿dónde estaba ella? Mientras fruncía el ceño por el sol escuché la voz y el “Flash Back” fue instantáneo; las paredes eran rojas y hacían juego con las flores del local, la barra era de madera y muy pequeña, y unas ocho o nueve mesas con una vela orientadas hacía el pequeño escenario. Tu voz, aterciopelada y sensible fue como un taladro en la sien, tu vestido azul y la forma de mover las manos…
- De dónde vienes?- me preguntaste.
- Tan sólo estoy huyendo.-
Me abrazaste sin más, ni una explicación ni una palabra, tan sólo la expresión de mis ojos y mientras me abrías el corazón para que yo pudiera esconderme en él me hiciste feliz sin saberlo; aquella noche trabajé en el local hasta media noche, después de cerrar, paseamos por Lisboa, por el puerto oliendo a pescado, tomamos café en un parque...

-Dónde dormirás hoy?
-No lo sé, da igual, demasiado has hecho ya por mí.

Me cogiste la mano y la apretaste contra tu pecho, seguimos paseando hasta tu casa, el calor abrumaba. Mientras me preparabas la ducha yo miraba las fotos del salón, la noche siguió. Conseguí dormir, pero pronto volvieron, las pesadillas, aquellas de las que huía, y en medio del fragor de la batalla, tú piel. Sentí tú piel, fina y suave, el calor de tu piel abrazándome con ternura, su pierna encima de la mía, el sudor de sus muslos y el olor a mujer me descompusieron el alma.

De qué huyes?-
Sólo busco paz- Le contesté entre suspiros.
Encuéntrala en mi boca-

Encuéntrala en mi boca me dijo, y así lo hice, encontré la paz y la vida. Ahí me encontraba frente a la ventana, Lisboa a mis pies y pensando que todo era un sueño pero una voz me sacó del naufragio, la misma canción, la misma voz, corrí hacia la cocina y allí la encontré preparando el desayuno, mi paz, mi felicidad.
-Deja eso- le dije.-Ven aquí, ven a la cama.

Y allí permanecimos, quietos, invencibles, mirándonos a los ojos casi sin respirar y con el ansía de buscar el amor en dos almas desconocidas. Pasaron los días y quedaron las noches, cada una mejor que la anterior, cada beso más intenso que el anterior, las noches de amor se sucedían y Lisboa nos contemplaba como la luna contempla el mundo desde su trono imperecedero. Quedaron nuestras marcas en las sábanas del colchón y el amor en la paradoja de nuestra necesidad, quedó nuestro cariño como una bandera en terreno virgen, quedó mi soledad allí como su saliva en mis labios, como el recuerdo de su canción en mi oído, como mi huída se quedó en mi querida Lisboa.

martes, marzo 03, 2009

Principio de Incertidumbre

Hoy pretendía hacer algo distinto, escribir sobre otra cosa que no fueran mis temas habituales. Esta observando la lluvia caer, viendo como se manchaban los cristales con el fino estertor que lo está cubriendo todo, y me acordé de Heisenberg, es raro que yo piense en un hombre como este, luego recordé una canción de Ismael que se llama el principio de incertidumbre; como ya sabréis fue Heisenberg quien descubrió este principio:



De manera muy resumida, este principio viene a decir que no se puede determinar, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas, como son, por ejemplo, la posición y el momento lineal (cantidad de movimiento) de un objeto dado. En otras palabras, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal. Yo no tengo ni idea de esto, la verdad es que lo he copiado impunemente de la wikipedia, pero al leer las consecuencias vi algo que si me ha llamado la atención: , lo que a mis ojos parece decir que todo es posible.

Todo es posible, nada es calculable, ésto lo descubrí yo la primera vez que hablé con una mujer, me di cuenta que no se podía calcular nada de lo que me iba a decir porque era indeterminable, y aún más, supe que hablar con una mujer era una incertidumbre constante; es probable que si Heisemberh levantará la cabeza me demandaría por usar su teoría para explicar ésto, pero lo cierto es que si todo es posible, tal vez, sea posible desentrelazar los hilos que manejan las relaciones humanas; como buen filosofo que soy, he meditado esto un rato para llegar a la conclusión de que todo de lo que estoy hablando es una tontería que no merece la pena ni hablar de ello, porque a lo largo de los siglos en lo que se refiere a las relaciones humanas nos ha ido muy bien, sobre todo desde que se inventó el divorcio, yo de momento seguiré hablando con las mujeres, porque a pesar de que no suelo entenderlas nunca me resultan fascinantes, por el momento lo único que puedo hacer es dejar a Isma con su principio de incertidumbre, y a quien lea esto que lo olvide y piense en otras cosas porque todo ha sido una gran tonteria.

lunes, marzo 02, 2009

El rito, unos ojos azules y la chica de anoche.

Hay una especie de ritual, un protocolo no escrito a seguir cuando entras en un bar. Entras, te sientas, pides algo y mientras te lo tomas charlas con los amigos, observas de un lado a otro sin destino fijo, hay que tener claro que las miradas son imanes cuando dos se encuentran siempre terminan por unirse, así comienza la liturgia. Sentado con la mirada muy perdida hasta que el magnetismo de unos ojos a unos diez metros de mí atrapan mi mirada sin destino. Ahí estaba yo, sentado, a mi izquierda mi brugal con coca-cola, a mi derecha el maestro José Tomas haciendo el sudoku del periódico, y justo a las doce en punto otra mirada perdida que choca con la mía y como es natural, se unen para converger en unos ojos azules grandes como el cielo mismo, levanto los míos y ahí estaba ella, sonriente, con una falda vaquera y una camiseta roja o chaqueta o algo rojo, no me fijo demasiado en la ropa de las mujeres. Por un segundo vacilo, pienso ¿sonrío?; ella se acaricia el pelo, joder eso significa algo ¿no?, entonces me decido a sonreír y ella me devuelve la sonrisa, uno a cero pienso en mis adentros. Una amiga le habla, ella con elegancia asiente a su compañera pero sin apartar la vista de mí; yo, muy nervioso, dubitativo, cavilando mis opciones y barajando posibilidades porque una mujer puede llegar a ser muy confusa, miro al maestro José Tomas en busca de consejo, después de unos segundos de deliberación asiente con la cabeza, termina la primera fase del ritual. Con la bendición del maestro lo normal es que hubiera dado paso a la segunda fase del ritual y digo lo normal porque no llegué a la segunda fase. La segunda fase trata del acercamiento, decir hola, entablar una conversación, decir algo gracioso y mientras ella ríe pedir su número de móvil y acabar el día con una cena y quizás unos besos, pero no olvidar que soy yo, y a mí algo siempre me perturba la mente.

En efecto, algo me perturbó la mente, ella, cómo no, mi chica de anoche, la eterna chica de anoche, esa mujer que nunca veo, que no quiso tomar café conmigo, esa mujer que seguramente nunca querrá saber como soy, esa mujer por la que desespero y que no sabe cuál es el motivo de mi obsesión por ella. Mientras miraba a la chica de rojo ella volvió a aparecer y con ella la calma, la paz y la quietud, volvieron sus ojos pequeños y las metáforas de amor que surgían de mi mente como un torrente, la vi tan cristalina como un manantial, hice un inciso: un sorbo a mi brugal y sentí sus labios en mi cuello, como se me ruborizaba el vello, sentí las venas de mi brazos contraerse y sentí soñar, soñar despierto, un abrazo, joder, tenerla entre mis brazos y que todo desaparezca y sólo quede su ternura, sólo permanezca ella, inmutable, caliente y suave, acariciar uno de sus muslos por debajo de su vestido, y empiezo a ser lascivo y lujurioso, pero más allá del deseo carnal, tenerla a mi lado porque mi corazón parece que late más despacio, porque mi mente parece que se vuelve algo más normal, porque todo deja de ser gris y puedo ver los colores y oler el mundo, oler su belleza. Y en medio de tanto sopor imaginario desapareció como hace siempre que me viene a la mente, me deja con la miel en los labios y se marcha. Unos segundos más tarde recordé esos ojos azules que me miraban y esa sonrisa que me llamaba, volví a sonreír y me despedí de sus ojos y de los labios que probablemente me hubieran arropado toda la noche, pero preferí esperar; me di la vuelta miré al maestro José Tomas y suspiré con resignación, esperando a que el tiempo me dé la oportunidad de enamorar a la eterna chica de anoche, o al menos, de tener la ocasión de desahogarme y abrirle la caja de Pandora para que ella decida. No sé por qué, pero presiento que esta historia tendrá más capítulos………..

Continuará?

Para Bel B.

Continuo hablando de las palabras porque hecho de menos tus palabras, pequeña Bel B, hecho de menos ese numerito entre paréntesis en mi Messenger que me avisa y me llama de que ya has llegado, abro la página, y la boca se reseca junto con mi ansia. Mientras leo, mejor dicho, devoro lo que has escrito, tú te haces presente en mi habitación, todo lo demás se marcha. Palabra a palabra te haces corpórea y etérea al mismo tiempo, silaba a silaba estás en mí, cada tono de mi voz se convierte en ti y, entonces, te siento cerca. La luz se apaga y quedamos a oscuras, todo muy casto, todo muy pulcro, todo es limpio y puritano, siento tu piel, sí, tu piel pequeña Bel B, y mi mundo se desarma como se desarman los árboles en otoño. Vuelvo a releer y escarbo entre tus cabellos buscando un valle donde poder perderme por una eternidad y el mensaje se vuelve a acabar, giras y giras y vuelves a girar, sonriendo, mientras el sonido de tu risa me va apuñalando el corazón como un deseo que nunca llega a cumplirse. Entonces escribo, contesto tu mensaje, con tu imagen aún en la retina, con el mundo en penumbra y con mi deseo en la lengua de mi imaginación, pronto la luz se enciende, rápido todo vuelve a la normalidad y espero con ansia un nuevo mensaje, nuevas palabras que son como caricias para mi alma vagabunda y besos para mi mente bohemia, y lo que parece irreal se convierte en real, y el planeta cambia de color, y la vida se torna más alegre mientras los correos llegan, y yo puedo ser yo con la seguridad que da el no verte nunca.

Gracias pequeña Bel B y gracias a tus palabras.

Un poco más de Mí

Después de unos días sin escribir me vuelve la inspiración como un golpe de mar, que se aleja y vuelve a la orilla con espuma salada y mojada en arena. Aún no sé reaccionar a los días de bloqueo, cuando no puedo escribir es como si me trasladaran a una isla desierta como un naufrago perdido, sin nadie con quien hablar, sin nadie a quien mirar, sin nadie a quien escuchar; en cambio, cuando escribo se abre un mundo de eternas e infinitas posibilidades ante mis ojos; cuando escribo puedo ser un pescado de la nieve en lo alto del mundo, puedo ser un animal que vive libre en alguna selva lejana o, simplemente, puedo ser quien soy: un triste hombre que algunas veces y, casi siempre, sin motivo se siente feliz tan sólo mirando tras el cristal. Intento describir que es lo que siento, porque e hecho de mi vida un sentimiento y de mis recuerdos una forma de vida y del amor un sueño encarnado en ideas y momentos que he vivido o que desearía vivir.

A pesar de que me costó mucho alejarme de mi pasado y que su sombra oscura me sigue persiguiendo, vigilando mi futuro, esperando el momento oportuno para aparecer y surgir de la nada, rodeándome con sus manos negras y lúgubres y volver a arrastrarme a ese mundo de desidia y desesperación, odio y maldad que tanto me costó dejar, ahora me siento seguro, me siento bien, pero llegan los días de bloqueo, llegan los días en que las palabras desaparecen y mi mundo se va desvaneciendo poco a poco, llegan los días de pesadillas y jaquecas, y aunque los recuerdos no pueden hacerme nada porque los malos ya ardieron hace tiempo, me siento desnudo y desprotegido sin mis palabras, ellas que tanto han hecho por mí. Cuando vuelven es como un éxtasis, un desenfreno dentro del onanismo pasional de mis sentimientos. Soy demasiado mayor para supeditar mi bienestar emocional a las palabras, a pintar imágenes con letras y silabas, pero es como mi droga particular, es mi escudo, mi debilidad, simplemente, son mis palabras.

Ahora sabéis algo más sobre mí, ahora podéis ver el mundo con mis ojos, cerrad los vuestros e intentar describir todo lo que veis, no usad los ojos porque la vista suele mentir, suele hacer creer lo que uno quiere creer, usad las palabras, usad un lápiz y un papel y veréis como es el mundo en realidad, veréis que todo es un cúmulo de tonos grises y apagados a los que las personas les vamos poniendo color a nuestra forma y manera. Usad las letras, veréis que todo es distinto, luego leedlo y hallaréis la dulzura y la belleza, describid una mesa y dejará de serlo, será otra cosa vista con la mayor de las hermosuras, id lejos, a una montaña y divisad el paisaje una vez, cerrad los ojos y escribid, al volver a verlo comparar el resultado y os daréis cuenta de cómo veo yo el mundo, sino, siempre podéis seguir leyendo mi blog.