miércoles, febrero 25, 2009

Te hubiera dicho

Si la vida nos hubiera unido en otro momento, si el caprichoso fulano que maneja los hilos del destino a su puñetero antojo, sí, siempre si hubiera sido de otra manera, tal vez te hubiera dicho cosas diferentes, todo hubiera sido muy diferente, quizás mi mano no habría estado temblorosa y tu risa no hubiera sido forzada, tal vez si te hubiera dicho que mi mente es una tormenta eléctrica de palabras y de acordes que nunca formarán una canción sino no me miras, que soy muy pesado con Ismael, pero no quiero existir si no me miras tú, ya ves, me canso de perderte y de saber... te hubiera dicho que no hay noche si no estás a mi lado, sino tengo tus ojos pequeños cerca de mi mirada distraída y enamorada, te hubiera dicho que es mejor que me vaya lejos si te cansaras de mí, te hubiera dicho que necesito tu aliento en mi nuca, que necesito ver tus labios a pocos segundos de los míos; te hubiera dicho que si la tierra gira es por ti, que si la luna brilla es porque tiene envidia de tu luz, te hubiera dicho simplemente que te amo, desde el primer día, desde que dejaste mi mente en blanco por primera vez.

Tengo miedo,
al funeral de tus besos,
al aroma a ceniza
que trae el cierzo y su viento,
a olores de rezos.

A oscuros ósculos del ama
donde se entierran labios
en dulces sepelios
con el dolor de amar:
a pensar,
a mirar,
apenas olvidar
(a recordar).

Tengo miedo
a la caricia que llega tarde,
a la metáfora inexpresiva,
al soneto:
al cantar de tu recelo,
al adiós que se va
y contigo arde.

domingo, febrero 22, 2009

Dos palabras, Ismael y la chica del vestido marrón

.

Van casi dos horas encerrado con mi guitarra, la pobre cada vez suena peor o soy yo que cada vez la manejo peor. Aquí estoy con Ismael de fondo diciéndome que ya ves, a veces se cansa de ser hombre y también le agota escuchar que todo va bien, y yo casi llorando, creo ambiente con la luz apagada y unas velas que iluminen la penumbra de mi corazón, intentando sanar la herida de mi burbuja particular, de mi sala vip imaginaria, pero el cristal invisible que uso de barrera no sana como la carne. Con la mirada perdida y sin hacer caso a la música recuerdo la noche de ayer y me causa un profundo dolor, un dolor amnésico, un dolor calmado inherente a una sensación tan olvidada, que ahora me duele tanto, que ahora significa tanto, pero sigo con mi guitarra y la mirada perdida intentando transportarme de nuevo a ayer noche, cierro los ojos y en cuestión de segundos las paredes desaparecen, la música cambia, el ambiente, todo gira y todo se trastorna, hasta que retrocedo en el tiempo y vuelvo a la noche anterior, vuelvo a ayer noche.

Ella estaba allí, ya sé como se llama pero no revelaré su nombre. Allí estaba ella, la chica de anoche, la chica del vestido marrón, durante dos horas la estuve mirando con ardor, con avidez, tan hermosa, derrochando beldad, su cabello, sus ojos mirando hacia un lado y otro, sus labios, me deshacía en mi interior, me perdía imaginando conversaciones, imaginando situaciones, paseos por la orilla de mi playa, decirle: -quieta ahí, ¿los labios o la vida?-, rozar su mejilla con el dorso de mi mano y sentir el calor, mirarla directamente a la puerta de su alma y decirle: te escribiré poemas el resto de mi vida, pero deja de oprimirme el corazón que me duele como a un guerrero herido en su última batalla.

Pasadas dos horas me acerqué, poco a poco, paso a paso, mientras me iba a cercando yo me iba empequeñeciendo y ella, cada vez, más grande y más bella y más linda y más lejos de mis manos, tomé aire y grité (vértigo que el mundo paré); con su mirada despistada. Me tenía atrapado, frente a mí sus ojos pequeños, su boca, su nariz, su escote, sus piernas que no terminan, su vestido hasta las rodillas, todas sus facciones perfectas, todo donde debe estar, tan deseable, sublime, pero aún así, me desgarró como una apuñalada; con un corte limpio y sano en el centro de mi burbuja de cristal. Fue tan doloroso, volver a pisar tierra, el aire olía diferente, no tan viciado, tanto tiempo con mi armadura de hojalata que me sentí desnudo, y al tenerla delante, fue como un tiro. Sentir el proyectil girando y girando mientras avanza dentro de mi carne, de mi corazón en cueros vivos, y con el temblor de rodillas, los nervios de mi estomago dije hola.

Sólo fueron varias palabras que no tienen importancia, sé que fui un inútil, sé que pudo ser mejor, sé que no cubrió las expectativas, pero en aquel momento supe también que, esta historia no terminaría ahí, aún quedaba mucho por hacer, mucho por hablar, mucho por escribir, mucho por imaginar. Vuelvo a mi habitación, con el olor a cera deshecha de las velas, con las lágrimas en mis ojos, y con la canción por terminar a falta de un acorde, acorde que no voy a tocar, porque esto no ha acabado aún, porque Ismael tiene que cantar mucho aún, por que dos palabras no es suficiente, porque sigo buscando a la chica de anoche…

sábado, febrero 21, 2009

Querida Lisboa

Estos últimos días no he podido escribir, llevo varios días sin encontrar algo que me motive, llevo varios días dándole vueltas a la cabeza, pensando y recordando, organizando el desván de mis recuerdos, porque ya va siendo hora de ir quitando varios que no merece la pena tener. Hablando con una amiga encontré un recuerdo que tenía ya olvidado. Recordé mi Lisboa, mi querida Lisboa, la casa de fados donde tanto reí y bebí, recuerdo mi plaza de la libertad, mi puerto, el barrio de alfhama donde se podía oír el canto de una mujer desde cualquier rincón; admirar el cielo azul en la universidad de Coimbra, casi tan parecido como el azul plateado de la Atalaya (ni en broma). Tanto amor tuve allí, tanto disfruté, en la bahía de Nazareth, jugué con las gaviotas en la playa, besé a una bella mujer en la puerta de una iglesia en Belén, vi tumbas y amé con un corazón muerto. Pero Lisboa, el romanticismo, la noche, las luces, la mañana limpia, la quietud y el nervio, como mi Lisboa no existe otro lugar.



Ahora todo ha cambiado, mi vida volvió a la normalidad, no volví a amar de nuevo, ahora el cielo no es azul ni claro ni transparente, ahora se ha vuelto gris y opaco, ahora me vuelvo a perder dentro de mi cama y cada noche vuelvo a sentirme sólo, tanto que ya se me ha borrado el cántico de aquella mujer, sus ojos, su rostro, y sus vestidos elegantes, se me fue el sabor del oporto en mi lengua y mis labios están ajados y cortados, porque he perdido la práctica de besar a media noche. No sé por qué, siempre que no puedo escribir, que no encuentro la musa que necesito, una parte de mí vuelve a Lisboa, a sus noches frescas, a sus luces y sus olores, a su cultura ancestral, a sus paredes viejas y las historias de amor que corretean por sus callejuelas; pero, siempre acabo volviendo aquí, siempre vuelvo a escribir, siempre vuelvo a mi soledad y a mi rutina, olvidando que una vez estuve allí, que una vez viví, que una vez, por unos días, renací.

jueves, febrero 19, 2009

Anonimo

Este post lo voy a dedicar a alguien que está ahí, que usa este blog, y espero que le sirva, casi todo para ella y un poco para todos los anónimos que me leéis.

No sé como eres, no sé quién eres, no tengo otra que inventarte.

Suena el reloj, se acercan las siete, el alba despunta y la ventana sigue abierta, y tú despierta con tus ojos clavados al techo, otra noche sin dormir. Poco a poco te levantas de tu cama, de esa cama que ya hace mucho está fría, dónde te sientes pequeña casi insignificante y vuelves a suspirar, te miras frente al espejo y te peinas, cepillando tu pelo, te observas, y piensas que no hace mucho fuiste muy hermosa y el tiempo te ha perdido el respeto, aunque en tu interior aún sabes que eres bella.
Camino del trabajo, un café a secas, hace días que no comes bien, el hambre no llega y tu estás aburrida. Te sientas en la oficina, y pasas el día en babia, mirando el gran ventanal de la puerta principal, viendo el mundo y sintiendo como que ese tren se escapa, sintiendo que no vives, que te falta la respiración a veces, y otras, que ni siquiera corres detrás del último vagón. Pasa el día. Otro día. Llegar a casa, a oscuras, cansada y maltratada por tu propia desidia. El salón está muy frío pero no enciendes la calefacción, en la ducha admiras tu cuerpo y te quedas pensativa, dubitativa, y por fin, frente al espejo, desnuda, compleja, hermosa y sincera, te ves, tan bella, tus ojos marrones grandes te despiertan de un sueño que ya duraba demasiado, sientes tus cabellos rizados, mojados golpear en tus mejillas, y sonríes, cautivándote, y entiendes, de repente vuelve el hambre, te acaricias el vientre suave, ardiente y provocador, y al terminar sonríes, por que has entendido que el miedo no existe, que la tristeza no existe, que la oscuridad sólo es luz de otro color, y que el mundo no se escapa, que mañana estará ahí, que siempre ha estado ahí, y que aún hay esperanza para ser feliz, o al menos, para intentalo.
Después de cenar, lees como siempre, con una copa de vino, fumas un cigarrillo, y te marchas a la cama, y de repente tu lecho, lo sientes caliente, ya no esta vacío, tú estás en él, ya no eres pequeña, eres gigante y bella, vuelves a sonreír y al cerrar los ojos por fin duermes, por fin sueñas, por fin empiezas a...

miércoles, febrero 18, 2009

Un poco de poesía.



Escribir es como amarte, se necesita ritmo, como tus latidos, métrica, como la distancia que se tarda en recorrer el ancho de tus brazos, surcando tu piel como un naufrago la espesura del océano. Necesito la inspiración que nunca encuentro en tus labios porque nunca quedo saciado, necesito las musas de tus ojos, el otoño, el reencuentro en el espejo, el poder que tienes, cuando me miras, de unir el horizonte, de atar a tu pelo el cielo y la tierra. Se necesitan para un poema, tus artes, porque tú eres poesía, andas como fluye la música, respiras con la voz de un poeta susurrando a la oscuridad. Necesito escribirte para sentirme libre, necesito derramar la tinta de las caricias en mi cuerpo, y que tu fuego ciegue mis ojos cansados y pequeños.

Escribir es como sentir y sentir es como vivir, vivir un segundo rozándote la piel, acariciar tus alas doradas, y palpar cada grieta de tu vida, cada surco de tu cuerpo, agarrar entre mis dedos la vida, agarrar tu cabello suave y desalmado y esnifar su esencia hasta que mis pulmones sólo te respiren a ti. Necesito aroma de ti, simple y llano, esencias de romero y jázmín con pluma y papel, retocar lo malo y dejar lo bueno. Escribir un poema es simplemente mirarte, y dejar que la naturaleza haga su vida, alegre, triste o hermosa; mirarte es como detener el mundo, para un poco de poesía sólo hace falta quererte...

martes, febrero 17, 2009

¿Y si te imagino?

Te he imaginado tantas veces de tantas formas, te he imaginado paseando en el parque, sentada a mi vera, mirándome fijamente mientras el chucho corretea de un lado para otro sin parar con sus orejones levantados hasta el cielo, y su lengua colgando; mirarme y que el cielo se cierre, suspirar, hacer un pequeño gesto con tus labios y que mi mundo se venga abajo. Entonces, seducirte, como siempre lo he hecho, acariciar tu pelo, sonreír con mi mayor cara de tonto de la que algún día te enamorarás, y decirte: lo siento pero tengo que besarte. Que la pasión se apoderé de mí y el deseo me perturbe. Agarrar tu rostro caliente y pálido con ambas manos, mientras siento tus mejillas y mis ojos se cierran al mismo tiempo que los tuyos, y en esa milésima de segundo en la que todo ocurre, besarte con toda la dulzura que te mereces, con todo el cariño que necesitas.

Te he imaginado debajo de una farola, lloviendo a mares, sin poder levantar la mirada, mojada hasta los huesos, llorando como una niña, te imagino deshecha y sentir como te recompones cuando me abrazas con tus finos brazos pero con mucha fuerza, llenándome de calor, de magia. Te vuelvo a imaginar, esta vez, vestida de noche, hermosa, bella, nocturna y afable, he imaginado una orquesta, la música sonando, tus manos en mis hombros y tu ausencia apoyando la cara en mi cuello, te he imaginado bailando hasta la madrugada mientras suena el piano, te he imaginado cantándome al oído con una voz que aún no conozco, te he soñado de tantas formas diferentes, que el no saber como eres, realmente, me está volviendo loco…

lunes, febrero 16, 2009

El aniversario. Parte final.

Ya ha pasado, ya es el día siguiente al aniversario, es día dieciséis, ayer fue mi aniversario, ayer hizo exactamente un año, un año de pulcritud, un año de ser buena persona, trescientos sesenta y cinco días de reencontrarme a mí mismo, de la búsqueda personal, de conocimiento interno, de ser lo más perfecto que puedo llegar a ser, y sobre todo, de vivir. Ayer hizo un año que empecé a vivir, a sentir como la vida me azota el rostro con toda su belleza, latigazo tras latigazo; y aunque, aún hay días que recuerdo a aquella persona que era antes, ahora soy diferente. Es cierto que aún guardo muchas cosas de aquella época, y no todas malas, pero sí guardo mi tristeza en su eterna caja de cristal, guardo mi corazón solitario en su urna de plomo pero ahora con el cierre abierto esperando a que alguien lo abra, guardo la ventana de los días de lluvia con su espejo manchado por las gotas que flotan en el aire. Y, a pesar, de seguir sintiéndome casi todo el tiempo muy sólo, hay momentos que ahora disfruto, disfruto de mis nuevos recuerdos, recuerdos que ya no necesito quemar, disfruto de los nuevos amigos y de los viejos, pero sobre todo, tengo olvido, un olvido que ya no me despedaza el corazón, y que ni siquiera me roza de dolor. Ayer fue el día y lo único cierto, es que ese día pasó, se fue igual que se ira hoy, y que se irá mañana, y a pesar, de que no he podido, ni quiero, deshacerme de Ismael y que muchas veces vivo sumergido en la desidia de mi propio onanismo mental, ya no te recuerdo.

Este será mi último post para la arpía con dotes de curación, porque del amor me hiciste saltar al odio, del odio al dolor, del dolor al olvido, y de éste a la más pura indiferencia. Adiós. Queda completado mi luto. Queda mi conciencia tranquila, a pesar de que te llevaste lo único que nunca quise darte, pero en fin, aunque nunca te lo dije, está usted perdonada señora, espero que tú sepas perdonarme también a mí; y como dice el capullo, pero gran amigo, del corsario belga: la vida echará un día abajo mi puerta, y ese día estaré preparado. Así que se cierra un ciclo. Cerramos una etapa y una etiqueta en este blog que casi nadie, y lo digo con orgullo, que casi nadie lee. Se cierra la etiqueta de los antiguos recuerdos, este será su último post. Y en el siguiente post explicaré la nueva etapa. Gracias a todos. A los que estáis y a los que no. Y gracias a la arpía curandera, gracias pequeña por irte.

miércoles, febrero 04, 2009

El Aniversario II (Aki primera parte)

Llevo unos días reescuchando mi vieja música, al viejo Ismael, tantas canciones tristes, tantos momentos para la desidia y el olvido, tanto que se llevó aquel viejo cassette de cinta, con los cabezales roídos de oír siempre la misma canción, con la luz apagada, y la manta sobre la cabeza, y el mundo desapareciendo dentro del hastío, lo raro es que quien me conoce siempre acaba diciendo que lo mejor de mí es mi alegría, y lo incierto es que ahora que, por fin, me he hecho adulto, aún hay veces en que pongo al viejo Ismael, con sus antiguas canciones, apago la luz y me tapo con mi manta para que el mundo desparezca, y sólo pensar en la huida o en aquellas manos, aquella mujer, o en mi Lisboa que tanto añoro y no veo la hora de volver a sus fados y a sus paisajes intensamente calmados, pero cuando suena el reloj me despierto y vuelvo al mundo real, a las bromas, a la risa y la alegría, aunque hay una pequeña parte de mi corazoncito que se queda en la cama escuchando al gran Ismael, paseando por Lisboa con aquellas manos y aquella mujer; y yo mientras pienso en Gala y sus poemas, siendo adulto, sin creer que una vez fui un tal Peter Pan que soñaba con poder volar junto a mi campanilla y a mis niños perdidos, y ahora el niño perdido soy yo.... pero siempre me quedará Gala:

Me sorprendió el verano traicionero
lejos de ti, lejos de mí muriendo.
Junio, julio y agosto, no os entiendo.
No sé por qué reís mientras me muero.

Vengan nieve y granizo, venga enero,
vengan escarchas ya, vayan viniendo.
Troncos que fueron nidos ahora enciendo
y no consigo la calor que quiero.

Suelta la vida al viento falsos lazos:
no hay flor, ni luz, ni sed, ni amor, ni río.
Sólo hay un corazón hecho pedazos.

Agosto miente, amor, y siento frío.
Sin la tibia bufanda de tus brazos
aterido sucumbe el cuello mío.

Continuará.....(última parte aqui)