lunes, julio 20, 2009

Rojo, Negro y Amarillo

No siempre es una puerta la que se abre, a veces, el tiempo, bendito tiempo o puto tiempo que dice “la Belén”, te da más oportunidades de las que puedes sobrellevar. A veces, el tiempo es hermoso, te abre ventanas antaño cerradas, te enseña caminos entre la hierba alta, frondosa y fresca, que siempre habían estado cerrados pero por donde se puede divisar una inocua senda que te lleve a la felicidad mas tremenda, esa felicidad de la que hablan los libros, las historias de amor donde todo sale bien y los finales son felices, a esa felicidad que para la gente normal no existe en la vida real. A veces, no una ni dos sino varias ventanas son las que se abren ante ti con una sinuosa fragancia alrededor pintada de hastío y embriagada de fina esperanza. Son tantas las posibilidades, que un corazón sombrío como el mío no sabe que probar primeo, si el rojo de la pasión inimaginable en una noche de alcohol incesante, la fría calma de unas piernas que recorren mi tediosa imaginación esperando a encontrar unas escaleras por el camino para poder mirar por debajo de la falda de mi melancolía y mientras sube al cielo de mi cama, ya vacía por tantos años; o en cambio, esa melena rubia, tan prohibida como deseosa, tan esmerada y tan bella que solo pensar en ella me hace daño, que sólo imaginarla me produce una fiebre tan pueril que me transporta a los años en los que una mujer sólo era un mero entretenimiento y no como ahora, que se ha convertido en una forma frívola de llenar mi vacío pensamiento, carente de imaginación y, a la vez, de pasión.

Rojo, negro y amarillo, el rojo de un atardecer en el invierno, el negro de la noche que se cierne en mis entrañas y el amarillo de un sol que renace un día tras otro, se abre un arcoíris de preguntas, gracias al tiempo, cuestiones que me sobrepasan de una manera atronadora y estridente. Se forma en el horizonte un cúmulo de estratos intransigentes en el que seguramente yo saldré perdiendo y donde la razón, mi razón, tendrá poco que decir. El tiempo elegirá por mí.

domingo, julio 12, 2009

Sombras y Fantasmas.

Vuelvo a ser yo, vuelvo a mis palabras, pasa el tiempo y me vuelvo a encontrar. Ahora creo de nuevo en la magia, creo en los ojos que me hechizan en una noche de brugal, vuelvo a creer en armaduras y corceles blancos galopando en el horizonte en busca de dragones. Vuelven los demonios entre las sombras y a no conciliar el sueño y a quien no le guste la tristeza que se pierda en este mundo gris, vuelvo a mi nostalgia, a mis años pasados y a buscar en la sombra esa vocecita que está tan lejos y que siento tan cerca, siempre diciéndome que la vida tal y la vida cual. Y mientras brilla mi espada en la oscuridad dando palos de ciego vuelvo a ser yo, a ser el héroe de mi historia y, al mismo tiempo, mi propio villano.

Volveré a enamorarme de la primera mujer con mirada enigmática, de vuelta a buscar en unos labios morbosos el misterio y el latido que le falta a mi vida, ahora vuelvo con mi dolor crónico, con mi noche siempre estropeada y el calor de una cama vacía por la que cada noche pasan demasiadas pasajeras, aunque ninguna lleva equipaje. Y mientras siga brillando mi espada, jugaré al escondite con mis demonios, y mientras cabellos negros y ojos verdes bailen para mí le podré poner algo de luz a las sombras de mi habitación.

Rulo dice que no invierte en amores de una noche, yo tampoco, pero joder como me calman los nervios, como apaciguan mis putas y eternas pesadillas, miserias de fantasmas y ascos de sombras, y cuando me encierro entre mi papel y mis letras y la nostalgia se convierte en un tesoro tan grande me vuelvo a encontrar tan perdido que sólo dentro de este caos localizo mi propio orden, ahora vuelvo a ser yo, ahora vuelvo a vivir como siempre he vivido, desidia, gris, dolor y la capacidad de imaginar, la fluidez de metáforas, palabras e imágenes que solo cobran sentido cuando las pinto en el papel. Villano, héroe, sombras, fantasmas, todo da igual cuando soy yo mismo porque la tristeza es tan poderosa que todo lo puedo cambiar, cerrando los ojos e imaginando y mañana cuando salga el sol será un día más, carretera y a cantar…

viernes, julio 03, 2009

Miro

Mirarte,
a veces, es como mirar una gran luna blanca,
como ver una gran media luna que,
a veces, por un lado muestra su esplendor claro y su belleza iluminada, luna creciente, tan diáfana y esplendida; es como mirar tu rostro, es como imaginar tu sonrisa antes de que sonrías, soñar con una mirada tuya antes de que me mires con los ojos afables que nunca me pertenecerán, tu gesto con el labio que me emboba sin quererlo hasta que por un momento, incluso, espero que aparezcan dos enormes alas blancas de tu espalda como un ángel hermoso que escapa por la ventana dejando un silencio tranquilizador en el ambiente.

Mirarte, casi siempre, es como mirar la otra parte de la media luna, luna menguante, oscura y misteriosa, rodeada de tu cabello negro, sedoso e indomable, adormecido sobre tu seno ardiente y tu regazo acogedor. A veces, te miro y me siento seguro, y otras, te miro y me siento perdido, pero siempre vuelvo a ti. Es mirarte y escuchar a Gardel al son de tu latido, tu andar, tu serenidad y verte bailar, como una estrella en el universo que siempre destaca.

Mirarte, siempre, es como mirar la noche estrellada con sus miles de lunas y sus contadas estrellas, como encontrar una nube blanca en un cielo negro, y a pesar de no escuchar tu voz, de no compartir mi tiempo me basta con mirarte, me sobra con el milagro de contemplarte de vez en cuando, porque contigo la vida tiene otro sentido, cada aliento, cada segundo que paso admirando tu enorme belleza es felicidad que se adhiere a mi ser y a mi piel.

Mirarte, a veces, casi siempre y siempre, es como la voz de mudo o la mirada del ciego, es como si el imposible se hiciera presente, es como si la poesía cobrará vida en ti, simplemente es como mirar una luna grande y hermosa.

miércoles, julio 01, 2009

Isa

Ayer me recordaste lo que fue tenerte por un instante, me recordaste un beso a las tres de las madrugada, mis muletas en el suelo y tu sonrisa tan fina como la noche, ayer te vi, sentada en una cafetería, cerca de mi casa, mareando el café como hacías antes, sé que tú también me viste y por un segundo nuestras miradas se cruzaron, yo me miré los pies como hago siempre y seguí mi camino hasta mi coche, pero esos dos minutos que tardé fue como volver al pasado una vez más, volver al tenebre mundo de mis puñeteros recuerdos de los que ya me estoy cansando. Me recordaste aquella farola que parpadeaba sin cesar, mi primer beso y el calor de un abrazo que jamás he podido olvidar. Debería haberme acercado, preguntarte como te va la vida, si te has casado o tienes hijos, si te has convertido en la profesora que querías ser, si tú también sientes ese calor en las noches de domingo esperando a que llegue la eternidad del lunes. Decirte lo delgada que estás, y lo hermosa que sigues, quizás un: “joder Isa no has cambiado, estás igual de guapa que cuando te esperaba en la esquina de tu casa”. Decirte que fui un cabrón y que me perdones, que necesito que me perdones por puro egoísmo y por que tu recuerdo me atormenta, decirte que me despierto pensando muchos días que olvidarte fue mi gran error, que hay veces que pienso que eres el ángel maldito de Ariel Rot, y que cuando te veo siempre me vuelves a atrapar.

Camino al coche recordé aquella poesía en la esquina del metrópolis, si aquella noche te hubiera dicho que me abrazarás y no me soltarás nunca, que no me dejarás caer que no te quedarás quieta mientras me marchaba, si aquella noche me hubieras dicho volvamos al muro, volvamos a aquella noche mágica con el río de testigo y la noche de carabina y quizás ahora todo no sería un recuerdo, todo no sería unos ojos que se cruzan pensando que una vez nos conocimos, y nuestro amor perduraría en nosotros y no se perdería en un triste cruces de miradas.