domingo, noviembre 29, 2009

Yo sólo busco...

Yo sólo busco que esta noche sea nuestra, que mientras el mundo permanezca a oscuras todo sea nuestro, que el cielo me obedezca y el mar se arrodille ante mí para gobernar una Luna, una Luna grande, enorme y blanca para ponerla a tus pies mientras el viento te besa en la mejilla. Yo sólo quiero que una noche sea nuestra, que a nuestro paso desaparezcan las farolas y en medio de una caricia mi corazón se derrita en agua salada, que por una vez seamos la lluvia y no las gotas que caen. Sólo quiero que tu sonrisa ilumine un paisaje mientras lo pinto con mis palabras, que una noche sea de amor sin amor, y que tus ojos tan pequeñitos se vuelvan grandes en lo más hondo de mi alma. Sólo busco que Dios me dé una noche, que sea amo y señor del tiempo y el espacio, que tú seas la dama de mi corte, y que la oscuridad perduré durante unas horas.

Yo sólo pido que esta noche sea mía, que si tengo frío lo calme el calor de tus manos, que si tirito tus brazos me rodeen como un abrigo de belleza, y que si despierto empapado en sudor, me cuides, si tengo pesadillas me consueles, si lloro tú a mi lado y si sonrío seas feliz…. Yo sólo busco que esta noche sea nuestra, sólo quiero un milagro para que el sol me obedezca y tarde un poco en salir, que ya viene el rojo amanecer y sigo sin sentir que esta noche ha sido nuestra, sigo sin escribir cuando te sueño, sigo sin sentir el corazón latir al desnudo, sigo sin necesitar nada de ti, sólo quisiera que esta noche sea nuestra…

martes, noviembre 17, 2009

Amarillo


El viento me susurraba al oído que algo especial iba a pasar, el parque estaba precioso y mis zapatos hacían un leve sonido a crujido al pisar las hojas que caían a mí alrededor. Llegó noviembre y con él nuestro aniversario, llegó el frío que me dejaste en los huesos cuando te dije adiós; no quise, no deseaba pensar en ti, pero lo inevitable se hizo carne en una milésima. Las hojas revoloteaban a mi alrededor, y el cielo estaba rojo como tus labios, no quise pensar en ti pero pensé. Te vi, te vi sentada en aquel banco, absorta en tu libro de hojas arrugadas y con tu flor amarilla en el pelo. Todo era tormenta y sólo un halo de luz en tu cara, pero ahí permanecías quieta y majestuosa. Mi corazón se encendió, mis ojos se iluminaron y se fue el frío, dudé pero me acerqué, pero poco a poco todo se disipaba, y no quise pero seguí pensando en ti, recordé como iba a verte día tras día, siempre a distancia observando como nada te perturbaba, como te rizabas el cabello y te humedecías los labios, y no quise pero…

No quería, pero lo tuve que hacer, no lo deseaba pero el corazón me apretaba con tristeza y odio, pensé en ti, quién me lo iba a decir después de diez años. Recordé tu primeras palabras, viví de nuevo los besos por los pasillos, sentí otra vez las huidas buscando una farola rota, una noche de aguacero y una excusa para abrazarnos; volví a ser un niño en los brazos del amor más ardiente, con la inocencia tan intacta como el corte de tu falda. Volví a ser feliz y olvidé lo que vendría más tarde, se me olvidó que luego te irías y que mi vida se retorcería como una serpiente en un desierto, se borró de mi mente que vendría la rubia sin corazón, se me olvidó Portugal y se me fue Lisboa, mi querida Lisboa, se me olvido María y el reloj de la Gran Bretaña, y por un momento, sólo fuiste tú, sentada en tu banco, tan bella y tan hermosa que parecías una canción de Gardel, con tu flor amarilla en el pelo y tus ojos clavados en el libro ya desecho de tanto releerlo.

Y cuando me dejé llevar al deseo, cuando empecé a querer, cuando quise, me dí cuenta de que no eras tú, siquiera dije hola, se extrañó la chica seguro, pero no eras tú, y otra vez volví a mi corazón hecho trizas y se me escapó tu imagen serena, tu sonrisa y tus rizos, el aroma de tu piel a tango argentino y a playa del levante, y mientras volvía a mi mente el reloj, la Gran Bretaña, la Mari y la pepa, Lisboa y el corazón de la rubia, esbocé una sonrisa y la guardé en lo que pudo y no fue, a sabiendas de que el amor me debe una muy grande, conociendo a la hija del desamor que se llama Esperanza, y mientras no se caiga el cielo de vez en cuando iré al parque esperando encontrar una flor amarilla a lo lejos y un dolor en el corazón…