Esta historia empieza como todas las demás.
Puede que inventada, puede que soñada, puede que sea algún rescoldo de una
llamada ya extinta o puede que solo sea…
Oscuridad. Repentina oscuridad, desorientado,
perdido en algún lugar. Me encontraba auxiliado al azar, transportado del mundo
real hacia algún lugar sin nombre, a solas, sin entorno ni paisajes, solo
oscuridad. En un segundo el ostracismo cambió a luz, abrió un claro sobre el
techo negro y un halo de luz brillante y diáfana atravesó como un puñal la
estancia hasta iluminar un pequeño círculo delante de mí. La luz era tan clara
que me cegó por unos instantes y cuando cesaron los destellos ahí estabas.
Una música comenzó a sonar y levemente
comenzaste a bailar acompañando acordes como el mundo acompaña a la vida, tu
mirada estaba en mí. El cabello más negro que había visto nunca te caía sobre
los hombros, tu rostro permanecía inmaculado, blanco y los labios que el diablo
te dio empezaron a moverse. Rojos, como el infierno envuelto en llamas
dibujando un corazón, labios que cantaban en una batalla entre ángeles y
caídos, tu mirada de un azul atronador se hizo viento y me envolvió con frío y
calor, aire abigarrado, violento y cariñoso; se hizo viento y todo se volvió
nítido.
La música sonaba y el tiempo jugueteaba con
tus pestañas, cantabas y yo… estaba parado vestido de blanco, había flores, el
cielo se creó de luces, girabas y girabas agarrando tu vestido, desnudándote en
cada mirada con la dulzura que no existe en las palabras. Dejaste de girar y te
acercaste hasta mí, tan cerca que tu boca me volvió a cegar y tu mirada se
volvió a hacer viento, un cierzo apasionado y candente que soltó la cinta de tu
pelo y la oscuridad volvió a caer hasta lo más hondo de mi corazón. Tu cinta
ató mi alma a tu cuerpo y la música seguía sonando, me abrazabas y tu cintura
me abrasaba la piel. Bailábamos entre la guerra y una tormenta llena de flores,
aromas, y luces. Alma de colores. Tus ojos eran el cielo y tus labios el abismo, tu cabello la oscuridad
de tanta noche y mi incredulidad era el día al que no deseaba volver, entonces,
tu mirada se volvió viento una vez más.
El viento me rodeaba con sus brazos y todo
fluía en un mundo donde no existían la luna o el sol. Exterminabas mis demonios
solo con el aroma de tu nuca, expiaste mis pecados en un solo abrazo y mientras
mi alma seguía atada a ti, casi palpando la felicidad, cesó el aire, sonreíste
y el azul de tus ojos me dijo adiós, caminabas hacia el halo de luz tan hermosa
como cuando apareciste, tus labios dejaron de cantar y tu cuerpo dejo de
bailar. Mi piel ya te añoraba y solo estabas a unos metros, te quedaste inmóvil
mirándome, la música dejo de sonar, mi alma regresó a mí y simplemente volvió
la oscuridad.