lunes, junio 28, 2010

Resurrección

Hay dos tipos de personas: las buenas y las malas. Hasta aquí la ecuación es sencilla, el problema está en que hay demasiadas personas malas en el mundo; por cada persona pura de corazón que te encuentras puedes contar cincuenta que son malvadas, con un corazón negro por la envidia, la codicia, avaricia y otros tantos defectos. Estarás leyendo estas líneas y seguramente me estarás dando la razón, pero te has parado a pensar en que lado de la balanza estas tú… seguro dirás que eres de las buenas ¿de verdad? Cuando fue la última vez que ayudaste a un amigo con algo que requiriera algo de sacrificio, cuando fue el último perdón que admitiste, el último perdón que dijiste; cuando fue el último gesto que tuviste con otra persona sin que nadie te lo pidiera, cuando regalaste algo sin ser un cumpleaños o un aniversario; cuando dijiste te quiero sin interés alguno, cuando regalaste un abrazo o hablaste con el chico raro del rincón sólo por ser amable; cuando llamaste amigo a alguien sin que hubiera algo valioso de por medio.

Cuando alguien te decepciona es como morir, quiero decir, que algo dentro de ti se muere, cuando quieres a alguien le das una parte de ti, el aprecio te roba un trocito, una parte que ya nunca jamás vuelve a ti y te oscurece un poquito más. El corazón tiene esas cosas. Siempre queda resucitar pero el olor a ceniza nunca se va, siempre puedes resurgir después de unas cuantas lágrimas pero el dolor nunca desaparece en su totalidad, siempre puedes volver al redil, volver a creer en unos ojos, en una caricia pero en lo más oscuro de tu ser sabes que dentro de una caricia hay mentira, que en las yemas de los dedos se esconden espinas, que en una mirada está el fuego que primero te embelesa y luego te quema.

Cuando alguien te decepciona es como morir y aunque se puede resucitar lo mejor es acostumbrarse.

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