Con
el tiempo he desaprendido a lamer mis heridas, escondido en el fondo de mi
armario. He desaprendido a escuchar cantos de sirenas mezclados con el vaivén de
las olas que golpean mi ventana en las noches de agosto. He desaprendido a
confiar en las viejas canciones que me llenan de nostalgia y a compadecer la
vida teñida por la penumbra de bares oscuros. He desaprendido a amar el humo en
la noche y a ver tras la ceguera de una melena ondeando al viento. He
desaprendido a ser el niño enamoradizo que se perdía entre versos y acordes
después de recibir inocentes sonrisas por mujeres hermosas. Tras el paso de los
años, tras el paso de las cicatrices que unen mi alma (legítimamente), desaprendí
que querer significaba para siempre, o al menos, significaba morir un poquito
cada vez. Desaprendí que la noche, aquélla a la que tanto amé y que tanto me
cuidó con vigilias interminables, no era sino el amor de una soledad
interminable.
Con
el tiempo he aprendido que por mucho dolor que causa para mí escribir, yo nací
entre papel y gotas de tinta, he aprendido que no puedo alejar de mí aquello
que me hace ser yo. Con el tiempo he vuelto a aprender que las palabras son el
espejo donde miro una y otra vez mi ser desnudo y sincero. Aprendí que no puedo
mentir (al menos a los demás), aprendí a desconfiar de las buenas intenciones y
a no llorar acompañado si la compañía no llora conmigo, aprendí que todo lo que
aprendo lo desaprendo y que mañana aprenderé a desaprender. Tras el paso de los
años y tras el paso de las cicatrices aprendí que tengo mucho camino por
recorrer, aprendí que siempre tendré cicatrices, que no se irán y que vendrán
nuevas, aprendí que ellas son la prueba de que he vivido y de que estoy vivo.
Con
el tiempo he desaprendido a conocer a las personas con tan sólo mirarlas y he
aprendido que aquellos que estuvieron siempre estarán. He desaprendido amores
pasados y después volví a aprenderlos. Desaprendí a amar y aprendí a amar de nuevo.
Desaprendí a sonreír pero aprendí a reír, desaprendí a mirar pero aprendí a ver.
Tras el paso de los años y tras el paso de las cicatrices que unen, mejor dicho,
que habitan en mi alma (merecidamente) desaprendí que lo que mejor está por
llegar pero aprendí que siempre viene otra primavera, desaprendí querer un
futuro pero aprendí a amar mi presente.
Con el tiempo desaprendí que mis letras
siempre estarán ahí y he aprendido que mis letras siempre estarán ahí.
2 comentarios:
No es mala lección, amigo ;)
Eso parece
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