jueves, abril 22, 2010

Historia de un año

Hay veces que las personas te enseñan que la vida no es solo caminar.


El cielo estaba nublado, subía hacia mi casa, Ismael en el mp3, el sol cubriéndose en el cielo, y la gente abarrotando las calles en dirección contraria – hoy era día de mercado-, una mujer rebuscaba en un contenedor de basura (me apenó tanto… la vida me apena), al llegar a casa, como siempre mi perra en la puerta esperándome. Mi hombro izquierdo ya empezaba a doler por el peso de la mochila, la dejé en el suelo y me senté, suspiré, en la tele el proceso a Garzón; en la ventana el día ya se había vuelto opaco y el cansancio me invadió. Pasó un minuto, casi una eternidad, al poco apareció mi madre con un paquete en las manos.

Cuando tuve el libro por primera vez en mis manos, todo cambió. El mundo se hizo un lugar más alegre, mis ojos llorosos abrieron la llave de paso, hacía dos años que no lloraba, pensaba que no debía volver a llorar, que una lágrima era un vestigio de una época pasada y un simple libro me volvió a enseñar que las lágrimas son los diamantes del corazón, que no se desperdician si son para aquella persona que tras un sin fin de kilómetros piensa en ti, aunque sea sólo por un minuto, por un segundo. Acariciaba esas hojas, sabiendo que lo que relataban no eran nada, sólo una ilusión triste y vana, pero al verlas materializadas, tras el papel durante un segundo mis ojos vieron tus manos anudando el lazo negro que lo cubría, palpaba la tapa sintiendo la historia que contaba, no la que hay dentro sino la que había fuera, tu sonrisa al pensar en mi reacción, tu amor al escribir la tarjeta que le alegró la vida a un pobre soñador.

La segunda vez que lo tuve en las manos lo volví a acariciar, lo olfateé llenándome los pulmones con su olor a regalo, y pensé lo hermosa que había sido la vida conmigo, lo bueno que era el azar y lo afable que se había vuelto el destino (que la distancia es una cabrona), lo hermosa que eres sin haber visto tu rostro con mis ojos y lo grande que es tú corazón, a sabiendas que te conozco sin conocerte, que te quiero sin tenerte a mi lado para darte el abrazo que tanto te mereces, los millones de besos que te mando pero que no son capaces de volar tan lejos, y el recuerdo que llevo y llevaré siempre en un trocito de mi corazón que he decorado para que anides en él por siempre; mi regalo fue encontrarme contigo, hablar contigo, discutir contigo, reír contigo, y a pesar de que siempre hay entre nosotros un cristal eso nunca lo hará menos real… por eso y por muchas cosas… gracias.

3 comentarios:

Belén dijo...

Dios!, no sé ni las veces que lo he leido. Buff! Que no me tienes que dar las gracias, Dani.
Ha sido algo que he hecho de corazón y que haría un millón de veces más, porque te lo mereces y simplemente el hecho de saber que con ello te has sentido feliz me sobra y me basta.
Y que aunque hoy sólo sea una ilusión triste y vana, plasmada en folios en una vieja agenda forrada con papel de regalo y hecha a ratos pero que sepas que me ha encantado darle forma simplemente por hacerte sentir bien,por el simple hecho de verte sonreir aunque no te vea.
Que con el simple hecho de saber que con un pequeñito detalle te hecho sentir feliz ya me siento agradecida, Dani, no necesito más.

Además,que ha sido una pequeñez para todo el cariño que tú me has dado.

Un besazo de los tuyos, Dani.

Por cierto, que tengo unas ganas enormes de hablar, discutir y reir contigo....

Daniel Díaz dijo...

de todas maneras... gracias otra vez

Belén dijo...

Cómo sigas dándome las gracias, vas a acabar por devolverme el libro, que te quede claro....:D