domingo, abril 11, 2010

Quizás algún día


Quisiera, o mejor dicho, desearía ser un pájaro, un pequeño jilguero (que va), desearía desde lo más profundo ser un hermoso gorrión, pequeño y bello, no el cuervo que se posa frente a tu ventana atraído por el brillo que tus ojos desprenden; desearía ser un pequeño gorrión alado con plumas de oro, aterciopelado por el sol, plateados los ojos por el cielo azul; volar, escapar y liberarme entre las nubes del yugo de ser humano, de vivir en un otoño que no cesa (siquiera en primavera).

Tenía sus manos, el sol doblaba la esquina y el pelo le caía por uno de sus hombros desnudos, blancos, deseosos para la lujuria más terca y desposeída; y entonces, yo quería ser un gorrión, regordete y cariñoso, salir volando sin mirar atrás, y no pensar en esas manos, mejor dicho, no pensar en otras manos cuando las que tenía eran perfectas, finas, delicadas, hermosas; y en mi mente ya era ese ave veloz que iba a tu encuentro… pero que siempre se pierde a mitad del viaje.

De camino al coche, me miraba, sonreía y yo… joder! Que maldad tiene el destino, tanta poesía escrita para nada, tantas letras para dejarlas en el cajón engordando de tanto comer polvo (y otro joder más) Y ella esperando en la puerta de su megane negro, a que yo me decidiese a saltar del avión, y yo pensando en ti, y ella diciendo: salta idiota, y yo pensando: sólo tengo alas cuando estoy con ella y esa no eres tú; y tú (quién sabe lo que pensarás tú). Y el sol que se escondía, y el corazón me apretaba el pecho, y ella impaciente (decepcionada), y yo en mis trece, y tú (tú ni siquiera pensarías en mí).

Y en la noche, en la soledad salí a la calle, lejos de ti, lejos de ella, y quise echar a volar, quise ser un gorrión, extender un ala y cubrirme para dormir (si es posible dormir por lo que me queda de vida), intenté aletear pero no me despegué ni un palmo del suelo, lloré, lloré como un crío desconsolado, maldije al mundo, blasfemé, odié todo y a todos, intenté dar golpes al aire pensando que en uno de ellos le hincharía un ojo al destino, y cuando llegué a la extenuación, al cansancio de estar enamorado me senté en el portal a admirar el cielo (la luna me recordó a ti), y entre tantas estrellas pensé: quizás algún día, quizás algún día sea un gorrioncito pequeño, quizás algún día pueda volar…

6 comentarios:

Belén dijo...

Ay!! Pajarillo..

Lo que haces para que te lea ;))

Daniel Díaz dijo...

siento decir que no tiene nada que ver contigo:))

Belén dijo...

Y yo te lo digo por los 6 enlaces que me he tenido que leer :))

Belén dijo...

que hay que explicartelo todo jajaj

Daniel Díaz dijo...

es que la historia tiene que ver con esos enlances (y hasta aqui puedo leer..no vaya a ser que la susodicha entre en mi blog y se cosque de todito el tema:)

Por cierto..ya sabes tú que soy muy corto...

Belén dijo...

SSHH!..a ver si va a enterar y te pide derechos de autor, jajajaja......eso si tú como siempre ehh!, valiente tras tu armadura no vaya a ser que a la susodicha le guste y pase a mayores jajaja!

Por cierto...Si!, sobre todo cuando duermes..