sábado, febrero 21, 2009

Querida Lisboa

Estos últimos días no he podido escribir, llevo varios días sin encontrar algo que me motive, llevo varios días dándole vueltas a la cabeza, pensando y recordando, organizando el desván de mis recuerdos, porque ya va siendo hora de ir quitando varios que no merece la pena tener. Hablando con una amiga encontré un recuerdo que tenía ya olvidado. Recordé mi Lisboa, mi querida Lisboa, la casa de fados donde tanto reí y bebí, recuerdo mi plaza de la libertad, mi puerto, el barrio de alfhama donde se podía oír el canto de una mujer desde cualquier rincón; admirar el cielo azul en la universidad de Coimbra, casi tan parecido como el azul plateado de la Atalaya (ni en broma). Tanto amor tuve allí, tanto disfruté, en la bahía de Nazareth, jugué con las gaviotas en la playa, besé a una bella mujer en la puerta de una iglesia en Belén, vi tumbas y amé con un corazón muerto. Pero Lisboa, el romanticismo, la noche, las luces, la mañana limpia, la quietud y el nervio, como mi Lisboa no existe otro lugar.



Ahora todo ha cambiado, mi vida volvió a la normalidad, no volví a amar de nuevo, ahora el cielo no es azul ni claro ni transparente, ahora se ha vuelto gris y opaco, ahora me vuelvo a perder dentro de mi cama y cada noche vuelvo a sentirme sólo, tanto que ya se me ha borrado el cántico de aquella mujer, sus ojos, su rostro, y sus vestidos elegantes, se me fue el sabor del oporto en mi lengua y mis labios están ajados y cortados, porque he perdido la práctica de besar a media noche. No sé por qué, siempre que no puedo escribir, que no encuentro la musa que necesito, una parte de mí vuelve a Lisboa, a sus noches frescas, a sus luces y sus olores, a su cultura ancestral, a sus paredes viejas y las historias de amor que corretean por sus callejuelas; pero, siempre acabo volviendo aquí, siempre vuelvo a escribir, siempre vuelvo a mi soledad y a mi rutina, olvidando que una vez estuve allí, que una vez viví, que una vez, por unos días, renací.

No hay comentarios: