sábado, abril 11, 2009

El Andén

Siempre hay días para sentirse bien, siempre hay días para ser feliz y siempre hay días para estar triste, sin motivo, sin nada que indique, sin un por qué o quizás si hay un motivo pero es mejor dejarlo en el fondo donde la oscuridad lo tapa todo y donde siempre hace frío. Hoy es uno de esos días, el cielo está gris, un gris tan hermoso, un perfecto día de lluvia, pero hoy hubiera preferido sol, hoy me pone triste ver el tintineo del agua en las ventanas y empiezo a sentirme como una gota que cae al océano y se pierde en la multitud del agua salada. Así me siento,  así vivo, unos días bien y otros cansado de ver el mundo pasar, invisible e imperceptible como una gota de lluvia en un mar salado, y cuanto más personas veo y con cuanta más gente estoy más solo me encuentro, a veces pienso en saltar y coger todo aquello que necesito de este mundo pero entonces viene el vacío, la nada imperecedera y casi cuando rozo con mis dedos aquello que quiero empiezo a caer una y otra vez. Despierto de nuevo en mi habitación e intento acallar las voces con mi guitarra pero no resulta. Con cada canción viene la paz a mi orilla pero al terminar el mar vuelve a su sentido originario y la soledad vuelve a mí dejándome sólo el olor a sal. Muchas veces canto una canción sobre un andén de tren, un andén que lleva cien años viendo pasar un tren tras otro y él siempre queda quieto, inmóvil e inmutable día tras día, conociendo gente que nunca vuelve y otra que ve de vez en cuando, pero nadie se queda con él, nadie piensa en él, algunas veces da cobijo a quien pierde su tren pero siempre acaban marchándose en el próximo. Ese soy yo, soy el andén que ve pasar su tren todos los días pero cuando lo cojo siempre está vacío, después de unas horas viene mi parada pero siempre es el punto de partida. Y cuando esto pasa. Cuando todo esto ocurre la lluvia me pone triste, la gente me abraza y yo me pongo a llorar y quiero estar solo sin comprender que aunque no estoy solo siempre me siento así. Invisible, imperceptible e inexistente. A veces como una sombra, a veces como un andén de tren que ve como la vida coje un tren tras otro dejándome a mí atrás.

1 comentario:

Daniel Díaz dijo...

De Carlos Goñi sólo me gustaron sus fados. Y no firmes con el nombre de otra persona.

Gracias por el comentario