lunes, septiembre 20, 2010

Semana


Los días pasan rápidos como un murmullo, un rumor que surge de las nubes uniéndose para cubrir el raso del cielo con un blanco inmaculado. Hace sólo una semana caminaba difuso, inquieto, con la mente turbada por miles de imágenes que se agolpaban en mi cabeza como un puzzle que no tenía solución.

Era el derecho…o quizás sea el izquierdo –no recuerdo- la parte de mi corazón que estaba vacía. A veces sueño que despierto en una casa grande con columnas blancas que se retuercen hasta el techo, bajo por una escalinata grande hasta un ventanal inmenso y el sol que entra a borbotones me ciega con dulzura, cuando consigo recuperar mi vista te veo, más bien te siento, tu silueta pequeña y perfecta frente a la ventana, el viento azota tu melena y el sol acaricia tu piel como si fueran mis manos, un vestido, blanco, te cubre el cuerpo dejando tus hombros al aire y tus piernas brillan como el oro. Elevo la mano para enredarme en tu cabello y tu olor me sobreviene como un latido fuerte y ruidoso en medio del pecho, casi estoy cerca de ti, de tocarte…giras la cabeza y me miras sonriendo y el sol me vuelve a cegar pero para cuando vuelvo a abrir los ojos ya no estás y despierto sólo, abandonado y entre sudores que me abrasan la piel como el fuego de la desesperación.



Estos ocho días se me han ido de las manos como se resbala el agua entre mis dedos, tengo en la cabeza tu recuerdo –desde hace muchos días sólo te tengo a ti en la cabeza-. Cierro los ojos y te veo abrazada a mi almohada y siento como la vida se me escapa por el corazón, como fluye tu dulzura por el aire que aspiro entrando en mis pulmones e inundando todo mi cuerpo, te veo entre mis brazos acurrucada en mi pecho con los ojos cerrados y doy gracias al cielo por este milagro... La tarde se cierne y la luna sale alumbrando mis ojos, calentando mi pecho y siento alas en mi espalda que azotan al aire mientras el suelo desaparece y sólo queda la paz de tu regazo. Llega la fiebre y el sudor de un cariño que arraiga en mi alma y que sólo sana con tus caricias. Sólo han pasado unos días pero habitas en mi corazón por años, en cada mirada una eternidad, en cada sonrisa la infinitud de una tarde llena de besos y entre labios cortados y el calor que desprende mi cuerpo el miedo que asoma cuando te veo desaparecer por esa maldita esquina que tanto amo cuando te veo llegar y que tanto odio cuando te veo marchar lejos de mí después de haberte dicho tantas cosas y tantas que me quedan por decirte…tantas letras que me quedan por escribir. A veces sueño que despierto y estás a mi lado, abro los ojos y sigues entre mis brazos acosando mis labios con tu azúcar, otras veces, abro los ojos y estás entre mis brazos pero no es un sueño sino un regalo

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3 comentarios:

Belén dijo...

Joeeer!!

Ya veo ya...

Si que es largo el siguiente post, cuatro meses para escribirlo...y aún sin poder leerlo..

En fin que volveré otro día...

Daniel Díaz dijo...

no hay post...lo ke si hay es un mail ke aun espera contestación...hay un post pero no lo he subido pk no merece la pena subirlo

Anónimo dijo...

Eso no puedes decidirlo tú porque no eres objetivo. Eso deberían decidirlo los demás. Seguro que merece mucho más de lo que dices.
Besos con sal.